Quejarse

Antonio ‘Toñito’ Vargas en el mes de La Patria

«Me pidieron que no lo revelara, pero se inició un movimiento por una estatua del gran Toñito Vargas en Pocrí de Aguadulce»

Toñito Vargas, la voz de protesta de América Latina, el Jilguero de La Miel, la mejor voz del décimo panameño por grabaciones en discos, el intelectual, el caballero … A los 74 años estaba más llorado y sentido por su infeliz fallecido en Pocri Aguadulce que en cualquier otro lugar de la geografía nacional, incluido el poblado deshabitado de La Miel (260 habitantes), distrito de Las Tablas provincia de Los Santos, donde vio la luz del mundo.

Este año del bicentenario de la salida de Panamá del absolutismo español (1821-2021), y que despertó el interés general en la patria tanto en fuentes oficiales como no gubernamentales, el «Jilguero de La Miel» (que en paz descanse), ha sido un comentario obligado de sus éxitos en casi todas las conversaciones de los ancianos, al menos en aquellas zonas de las sierras de Guacamaya, Membrillo y Ventorrillo de la comuna de Pintada de Coclé. Sobre todo, recordamos con nostalgia, nostalgia y cariño esta brumosa mañana del 15 de mayo de 2018, cuando Toñito Vargas llegó por primera vez a Piedras Blancas, programado para escenas de acercamientos teatrales a la actuación de Victoriano Lorenzo, evento que sucedió el 15 de mayo. 1903, y que se ha devaluado de año en año en los distintos municipios, ante la falta de voluntad nacional que sucumbe al dinero y lo busca en casi todo.

Piedras Blancas de La Pintada de Coclé se preparó, señalando que uno de los cantantes emblemáticos de la décima panameña estaría en el pueblo por primera vez en la mañana, tintineando vasos, frente a la juventud y la gente en general, sus salomas y décimas – 500 estudiantes provinciales de Coclé, en su mayoría vestidos de guerrilleros (Guerra de los Mil Días), otros como jueces y autoridades colombianas que protagonizarán el espectáculo teatral con algunas batallas de la Guerra de los Mil Días, el juicio y la ejecución del cholo. Cada escena fue presentada con una canción de décimo pie del gran Antonio «Toñito» Vargas.

Pero, miren los recuerdos de estos campesinos (algunos en plata) de un cantante panameño tan noble e histórico enfocado en una parte desconocida de mí. Mira, Toñito no vino solo, ¡qué pasa! lo acompañaba un cachorro chihuahua, que sostenía sobre su pecho con más ternura que un mono con un niño enfermo. Tanto es así, Toñito, cuando se sorprendió, como el público, por el disparo de mil disparos de rifles de caza grabados con una computadora en el cigarrillo de los uveros por uno de los técnicos que frecuentan las mejores discotecas donde «mete pichi». «, la gente se escapó, pero Toñito corrió hacia su» galope «para proteger a su cachorro Goliat y regresó» ipso facto «para completar la nota al pie.

Pero el realismo de utilería provocado por el regreso del anfitrión tuberculoso de Victoriano salió a trompicones de la batalla de Puerto Gago, pero victorioso gritando «La lucha es la lucha». Otro atrezzo, porque estaba viendo una de las escenas finales en las que jugaban tres de sus hijas, provenientes de la escuela primaria Cañaveral, encendieron por error un cartucho con pajita para expulsar humo, dejando cerca unos fuegos artificiales. Afortunadamente, todo estaba programado de forma remota, pero una vez más Toñito corrió como un curador aterrorizado para proteger a su cachorro Goliat del humo. DS tiene a este amigo en la gloria. Me pidieron que no lo revelara, pero se inició un movimiento por una estatua del gran Toñito Vargas en Pocrí de Aguadulce.

Economista, escritor de modales.

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