El mayor desastre lo provoca la ignorancia - Prensa Libre

Bukele piensa en una unidad obvia pero imposible – Prensa Libre

El presidente salvadoreño, Nayib Bukele, pronunció recientemente un discurso en el que destacó los beneficios obvios de hacer de Centroamérica, Belice y Panamá un solo país. Destacó el envidiable acceso a ambos océanos con distancias mínimas de rutas internacionales alternativas, la unificación de 523.000 km², que lo ubicaría en el sexto lugar entre los países latinoamericanos, y que el PIB en su conjunto sería mayor. La idea lleva siglos en las obras y provocó la muerte de Justo Rufino Barrios, quien pretendía imponer esta unidad por la fuerza. Y esto sigue siendo imposible por motivos históricos, étnicos, vanidosos, entre muchos otros motivos, pero también por sus diversos gobiernos y los que ahora están en el poder en particular.

De los cinco países de origen, cuatro están gobernados por regímenes donde las democracias ya débiles están amenazadas y la libertad de expresión, información y análisis político está bajo ataque, a menos que sea oficial. Las elecciones ya son una farsa en Nicaragua, y en Honduras, El Salvador y en nuestro país se teme con razón que vuelva a ocurrir un escenario similar. El Salvador y Guatemala consolidaron un poder omnipresente de gobernantes empujados por peones extranjeros con toda la decencia e intoxicados por el poder otorgado y las ilegalidades convertidas en legalidades por la fuerza de la corrupción, el soborno o la colusión. El vicepresidente Roberto Carpio dijo: “Nací guatemalteco, pero quiero morir en Centroamérica. Nunca lo verás.

La única entidad con capacidad para impulsar la unión del Istmo fue el Parlamento Centroamericano, cuya impopularidad creció al convertirse en refugio de los políticos corruptos que vergonzosamente protege, y el espacio donde se otorga la impunidad disfrazada de inmunidad, aunque sea para reunirse a la medianoche, como fue el caso de Jimmy Morales, quien ganó este premio por su connivencia con Sandra Torres. Los partidos políticos también impiden la unión. En Guatemala, hay 17 activos y 18 pendientes. En El Salvador, los tres poderes están controlados por el mismo partido, como en Nicaragua. En Costa Rica se rompió el tradicional y abusivo bipartidismo y surgió el actual, con tintes religiosos, por el aburrimiento popular, como sucedió en El Salvador y del que se aprovechó Bukele.

Hay un factor que la gente empezó a percibir hace mucho tiempo: la creciente influencia de ciertos grupos religiosos que están dando el salto a la política. En Guatemala estuvo representado por Ríos Montt, Serrano Elías y Morales, todos ex católicos y que, por tanto, consideraban comprometida ideológicamente la labor pastoral de los obispos. Los funcionarios de hoy, en demasiados casos, atribuyen la llegada de sus cargos no a alianzas entre políticos, sino a la intervención y voluntad divinas. Por otro lado, la popularidad del Bukele, aunque muestra un declive gradual, aún se mantiene. Incluso lo comparten algunos sectores guatemaltecos, quizás nostálgicos, que admiran el apoyo militar de que goza e incluso su megalomanía, que dejó reflejada cuando se presentó como emperador romano y lo publicó, sin ningún pudor, en las redes sociales.

La realidad política centroamericana ofrece diferentes versiones, según la parte del istmo donde se expresan. Aquí hay algunos. «Los guatemaltecos se sienten mal porque piensan que todavía tienen la alcaldía y se jactan de sus ciudades, como la capital y Antigua». “Muchos chapins odian a los ticos porque se creen superiores a los demás, a los guanacos por pelear, a los nicaragüenses porque no se querían alejar de Ortega y su esposa, y a los panameños porque ‘no los entienden”. Y surgen nacionalismos: “Lo que se hace en cualquier otro país del Istmo es inferior a lo que está pasando en el mío. Vemos que la desunión no es solo política, está arraigada en la historia y sus pueblos.


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