Cinco escalofriantes leyendas urbanas contadas en vísperas de las tradiciones de fin de año – Prensa Libre
A lo largo de los años, las reuniones familiares han sido perfectas para que los padres o abuelos las aprovechen para contar historias de experiencias pasadas. Las historias tocan una variedad de temas, aunque en vísperas de la celebración del Día de los Santos Muertos el relato habla de fantasmas y espíritus que salen a caminar entre los vivos, al menos así lo demuestra la tradición oral guatemalteca.
Gracias al servicio GuateReporta (Whatsapp 4003-3859) del Noticiero Guatevisión, los usuarios han compartido videos donde cuentan sobre leyendas urbanas que han heredado en su entorno familiar y que compartimos a continuación.
Cruce
Se dice que cuando una persona muere por cualquier causa en el camino, su mente divaga. Al caer la noche, este espíritu queda a merced de los espíritus malignos que lo perseguirán para atormentarlo.
Para que el espíritu tenga un lugar donde protegerse, los padres vivos deben colocar una cruz en el lugar donde murió, para que al caer la noche tenga un refugio debajo de la cruz, donde los espíritus malignos no puedan llegar. Así lo cuenta Candy Marilú de la mano del chef de Chimaltenango.
El gato Negro
Don Polo es un campesino que trabajaba en una finca. Todas las mañanas iba al corregimiento de Ceiba Blanca a ordeñar las vacas. Salió de su casa para ir a trabajar alrededor de las tres de la mañana.
Un día, cuando pasó junto a una ceiba retorcida y vio que había un gato negro en medio de la calle, se asustó y se quitó el sombrero. Fue entonces que el animal caminó hacia la ceiba. El hombre buscó su sombrero, pero se había ido.
Se llenó de valor y continuó su camino. Después de las horas de trabajo este hombre caminaba hacia su casa y cuando se acercó a la ceiba retorcida vio que su sombrero estaba a medio camino. Lo tomó y se lo puso y fue entonces que sintió que en su cabeza había un animal … era el gato negro que maullaba fuerte.
Cuando sus padres se enteraron de lo sucedido, le dijeron que el gato negro era el “Corazón de la Ceiba”. Esta es la historia contada por Efraín Morales Sánchez, vecino de San Martín Zapotitlán, Retalhuleu.
La procesión
Un hombre que se dedicaba a vender verduras en los mercados del país se mudó desde su ciudad natal de San Pablo La Laguna, Sololá, a la costa sur del país. Después del día de mercado, regresó con un civil que conoció en el camino.
Alrededor de la una de la mañana, los dos vendedores llegaron a Panajachel y tuvieron que pasar por el lago para llegar a su destino. Mientras se alejaban, vieron una procesión acompañada de hombres con túnicas negras y estaban muy asustados.
Uno de los acompañantes de la procesión comenzó a perseguirlo y huyeron, pero no pudieron alejarse del tema. Luego se detuvieron y dibujaron una cruz en el suelo y con eso lograron ahuyentar a este hombre de negro. Así lo cuenta Jonh Kennedy de San Pablo La Laguna, Sololá.
La deuda
Giovany estaba sentado en la casa de su madre, leyendo un libro cuando alguien llamó a la puerta, era un hombre que buscaba a su madre porque se suponía que tenía una deuda de varios meses y vino a recuperarse de él.
Giovany le dijo al sujeto que su madre estaba ausente y que nunca la volvería a ver, ya que persistía la demanda de verla. “Quieres ver y hablar con mi madre; espérame y te llevaré con ella ”, respondió Giovany, quien entró a la casa para tomar un machete y una pala.
Giovany llevó a este hombre al cementerio, donde está enterrada su madre. “Esta es mi mamá, habla con ella”, le dijo al cobrador ya su mamá le dijo: “Mamá, este señor te está buscando por una deuda, no sé cómo la vas a solucionar. “Cuando Giovany tomó la pala, el hombre pensó que la iba a desenterrar, aterrorizado, salió corriendo del cementerio, dice el capitalino Giovany Emanuel Coxolcá Tohom.
El camino
Hace unos años, los hombres de los pueblos se organizaron para reparar las calles justo en vísperas de la celebración del Día de los Santos Muertos.
Con palas, machetes y otras herramientas cubrieron los agujeros, quitaron las piedras y cortaron la maleza por el camino. Hicieron esto porque en el día de los santos los espíritus de los muertos salieron a caminar entre los vivos, por eso quitaron todos los obstáculos para que ningún espíritu tropezara y cayera.
Los padres también advierten a los niños que no corran en este día ya que podrían empujar a los espíritus. Historia contada por Daniel Alejando del chef de Chimaltenango.