¿Cómo se cura la cronicidad? – Prensa Libre
El crononismo es un tipo de corrupción también conocido como capitalismo de compinches, aunque no tiene nada que ver con el libre mercado. La palabra amiguismo, en inglés, designa amigos o compinches. Más que una práctica turbia específica, el término describe una operación política. En este sistema, varios compinches se unen e intercambian protecciones y privilegios en todo el aparato político. No tendrían acceso a estos beneficios en un mercado abierto y competitivo. El sistema invita a la formación de grupos de interés, incluidas empresas con brazos políticos, que influyen en las decisiones gubernamentales y viceversa.
Paul Rubin (Crony Capitalism) explica que los economistas han estudiado la búsqueda de privilegios durante años. En detrimento de los ciudadanos en general, los reguladores sirven a los intereses de los regulados. Todd Zywicki (Búsqueda de rentas, capitalismo de Crony y Crony-Building) ve el cronismo como algo más complejo que la mera búsqueda de privilegios, ya que teje una red compleja en la que los políticos y los reguladores crean rentas artificiales y luego utilizan empresas privadas para avanzar. sus intereses personales. Las empresas y el gobierno están tan estrechamente vinculados que la supervivencia empresarial depende de la luz verde de los políticos. Una vez que se crea la anualidad, una parte se «comparte» o se distribuye a los empleados estatales y sindicatos.
Solo hay dos formas de adquirir riqueza, explica Zywicki: crearla o tomar la creada por otros, a veces por ley y otras de manera ilegal. Un amigo que busca privilegios utiliza un proceso legal para apropiarse de la riqueza creada por otros. Es importante señalar que las transferencias coercitivas, como la creación de leyes proteccionistas, desalientan la creación de riqueza y terminan empobreciéndonos a todos.
Un ejemplo documentado es el caso de la empresa estadounidense Archer Daniels Midland. Su director, Dwayne Andreas, ha financiado campañas políticas, tanto para el partido demócrata como para el republicano; a su vez, su negocio se vio favorecido por los aranceles sobre el azúcar y los subsidios para la producción de etanol, a un costo muy alto para la sociedad.
Necesitamos hacer estudios más formales sobre crononismo, dice Rubin. Analizó los primeros 100 artículos sobre cronismo que aparecieron en Google. Descubrió que la mayoría de ellos son artículos de revistas y no ensayos académicos. Estos se centran en las economías no occidentales y suelen ser reacciones a un evento negativo, como la quiebra de un banco.
Con las contribuciones que brindan Rubin y Zywicki, podemos armar el rompecabezas. Lógicamente, el crononismo afecta más a las economías altamente reguladas. En países como Guatemala, el estado de derecho es débil y la protección de los derechos individuales generales y abstractos es inconsistente. Se multiplican regulaciones específicas y hasta contradictorias que otorgan poder discrecional a los funcionarios para extender concesiones a sus amigos.
Algunos sugieren corregir la cronología con regulaciones más estrictas para las empresas, como prevenir la formación de conglomerados o incluso prohibir determinadas inversiones. Pero tal proposición va en contra del sentido común.
Esto solo crearía más oportunidades para la crónica, ya que agregaría capas adicionales de reguladores y leyes enredadas. La mejor solución es reducir las atribuciones y poderes discrecionales de los funcionarios públicos para reducir el atractivo monetario de organizar grupos de presión y la inversión de recursos escasos en cabildeo y búsqueda de favores.