Construir alternativas democráticas es más importante que sancionar la dictadura
Según las últimas encuestas de Cid Gallup y la actuación del FSLN en el circo electoral del 7 de noviembre de 2021, se puede estimar que la dictadura de Ortega Murillo cuenta con el apoyo incondicional de no más del 10% de la población nicaragüense. El problema es que es más que suficiente mantener el poder por la fuerza. Esta base incluye una masa crítica de fanáticos, altamente organizados y disciplinados, que glorifican el asesinato y la muerte en nombre del proyecto dinástico de Daniel, Rosario, sus hijos y seres queridos. Tienen armas, recursos estatales y un marco de impunidad para llevar a cabo su malvada cruzada. En este punto, lo único que hace el régimen, dice propaganda oficial y circo electoral, es mantener a esta minoría permanentemente movilizada y lista para desatar la violencia y el odio.
La dinastía que pretende imponer la pareja de dictadores no requiere ni una economía sana, ni legitimidad nacional, ni reconocimiento internacional. Esto ayuda a explicar por qué en la ideología nacional e internacional las palancas potenciales que realmente podrían desalojarlos del poder son tan raras. Además, las sanciones económicas y las presiones diplomáticas, incluso si están dirigidas quirúrgicamente a atenuar su impacto negativo en la vida y la economía de los nicaragüenses, pueden convertirse en una formidable herramienta retórica para que Ortega y Murillo continúen radicalizando a esta minoría fanática bajo la lógica del enfrentamiento. Esto no significa que deban abandonarse los instrumentos tácticos de la diplomacia, incluso si sin estrategias integrales pueden resultar contraproducentes.
Como punto de partida, hay que reconocer que la construcción de instituciones democráticas alternativas es más importante que castigar la dictadura. Y es que en esta etapa, muchas medidas de sanción y presión son poco más que eso, una especie de castigo simbólico con poco impacto en cuanto a mejorar las condiciones para que el poder legítimo de los ciudadanos anule el poder ilegítimo de los ciudadanos. Ortega Murillo. El apoyo de la comunidad internacional es fundamental para que Nicaragua encuentre una solución democrática a la múltiple crisis de derechos humanos, economía y política. Pero es un factor complementario que solo puede funcionar como una herramienta guiada por la resistencia nacional con un enfoque mucho más constructivo.
Luego de la pseudo-coronación de Daniel y Rosario en la última farsa electoral, es razonable esperar que Nicaragua se estanque y entre en un proceso de deterioro sostenido. Este deterioro, ya sea gradual o repentino, no debilita permanentemente al régimen e inevitablemente pesará sobre los nicaragüenses. Pero existen oportunidades de cambio en medio del desgaste. Es posible enterrar viva a la dictadura bajo el peso de su propio deterioro y el del nuevo capital social que podría construirse a través de instituciones democráticas alternativas que promuevan la participación ciudadana para resolver problemas o necesidades insatisfechas. Este enfoque puede erosionar el fanatismo del que dependen Ortega y Murillo, aumentar el costo político del estado policial y demostrar a los nicaragüenses, incluidos muchos de los orteguistas, que la democracia es clave para enfrentar los desafíos más inmediatos como el empobrecimiento y la pobreza. cierre de oportunidades económicas.
Las instituciones democráticas alternativas son estructuras organizadas por civiles que comparten un compromiso con la participación y la inclusión. Surgen fuera del estado y otras instituciones formales que, lejos de empoderar a los ciudadanos y ayudar a resolver sus problemas, sirven a los poderosos para mantener status quo. Su objetivo directo es atender necesidades colectivas insatisfechas, por lo que pueden atraer a diversos sectores y establecer intereses comunes entre supuestos enemigos. Son poderosos mecanismos de resistencia civil o lucha no violenta contra regímenes represivos. Fueron importantes para el movimiento de Solidaridad en Polonia en la década de 1980 y para las luchas por la independencia en Estados Unidos e India, entre otros ejemplos históricos. En Nicaragua, podrían manifestarse en forma de clínicas comunitarias, medios participativos, uniones autónomas, cooperativas productivas, asociaciones escolares de madres y padres, incluso elecciones y gobiernos paralelos.
Los factores decisivos para el futuro de Nicaragua son la imaginación y la capacidad de ejecución de los nicaragüenses, quienes deben enfocarse en construir un nuevo pacto social basado en la democracia y la participación. Esto se puede lograr comenzando poco a poco, en la vida cotidiana, con familiares y amigos, con colegas, con el equipo de fútbol dominical o la asociación de vecinos, en la comunidad, fortaleciendo los tejidos donde nacieron de todos modos, para resolver problemas mutuos y crear valor público. Y puede crecer hasta convertirse en una resistencia nacional constructiva, una plataforma común con espacio para todos los sectores, donde convivan la condena política a la dictadura, el compromiso inquebrantable con la verdad, la justicia y la no violencia, la demanda por la liberación de presos políticos, sanciones simbólicas, presión económica real, diplomacia con sus puntos de encuentro, esfuerzos de recuperación económica con igualdad de oportunidades y un despliegue ambicioso e innovador de la cooperación para la construcción de instituciones alternativas democráticas.
* El autor es el CEO de CONFIDENCIAL