Cuando la democracia muere, el periodismo ya no es necesario

Cuando la democracia muere, el periodismo ya no es necesario

«Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos; sin memoria no existimos y sin responsabilidad tal vez no merezcamos existir”.

Jose saramago

Libretas Lanzarote

En la película The Post: Los oscuros secretos del Pentágono, de Steven Spielberg (2017), cuando la propietaria del Washington Post, Katharine Graham, lee las primeras copias de la publicación del informe que revela las mentiras de las administraciones estadounidenses en torno a la guerra de Vietnam, recuerda que su marido solía decir que escribimos el periodismo «primer borrador de la historia».

Todos los que nos hemos dedicado a la profesión entendemos su importancia en estos términos, pero también esta anécdota de los momentos cruciales en el diarismo estadounidense -cuando se enfrentaron a Nixon antes de Watergate- nos permite comprender dos facetas de la profesión que la definen. : su papel de empoderamiento del poder sobre sus acciones y su capacidad para formar ciudadanos, proporcionando información de calidad.

Estas características de la profesión periodística se notan más en países donde la democracia está muriendo, como ha sucedido en Nicaragua en los últimos años, porque es allí donde más se necesita el periodismo.

A menos de una semana de las elecciones presidenciales, las más oscuras de la historia reciente del país, el resumen de los hechos de los últimos meses muestra un escenario lamentable: todos los posibles competidores de Daniel Ortega están presos, en los partidos políticos de oposición su personería jurídica. les fue arrebatada y por tanto quedaron fuera del proceso electoral. Pero sobre todo tienen lugar en una nación sin libertad donde el Estado persigue a los detractores de un régimen que, tras 14 años de abusos, sigue siendo percibido erróneamente como una opción de futuro.

Lea también: Palabras contra el silencio

Les pido a quienes lean este artículo en todo el mundo que observen a Nicaragua en 2021 como una regresión extrema al último siglo de dictaduras: los tristes días del poder y la impunidad y miles de víctimas. Sin embargo, como todas las tiranías, suelen dar un discurso rechazando la admisión de sus errores y luego el Estado utiliza palabras que en la práctica significan lo contrario. Entonces comienza una feria entre el poder y el periodismo libre por la verdad.

Hace unos días, el exsecretario de la CIDH, Paulo AbrParao, dice en un entrevista con CONFIDENCIAL que es importante deconstruir la narrativa del régimen, que insiste en que las protestas de 2018 fueron en realidad un intento de golpe de Estado, que sirvió para justificar la represión y la falta de libertad que ha reinado en el país tres años más tarde.

El uso de las palabras del régimen de Ortega es claramente una justificación de sus abusos. Veamos su verdadero significado. Las elecciones de noviembre próximo, por ejemplo, son votos porque nadie en el pueblo decide. Los resultados de las elecciones son la autoatribución de votos. La seguridad ciudadana es represión y el Estado de derecho se devalúa más que la palabra de un político. Por lo tanto, es necesario nombrar las cosas como son en el periodismo para que el registro refleje una época.

En los años de La Prensa del Dr. Pedro Joaquín Chamorro, su director asesinado en 1978, llamó al presidente saliente «jefe ejecutivo» por la muy débil legitimidad de los tres somocistas que ocupaban el escaño presidencial. «O los designados para ocuparlo temporalmente», del prólogo al libro Pedro Joaquín Chamorro El Periodista, elaborado por el científico de la comunicación Guillermo Rothschuh Villanueva.

Estas palabras forjaron un retrato de una época que me dice tanto en una sola frase como la concentración de poder, los gobiernos títeres, un pueblo subyugado y el deseo de libertad. Sin embargo, desde 2007, la palabra institucionalismo volvió a desviarse al ritmo de la concentración de poder en manos de Ortega y su esposa.

Además: Facebook desmantela la «granja de trolls» de Ortega y elimina cientos de cuentas falsas del FSLN

El Consejo Supremo Electoral está controlado por el partido gobernante en todos los niveles. Quienes afirman ser contendientes electorales el 7 de noviembre son un grupo de partidos cómplices, y las perspectivas para todos están aprisionadas por la incertidumbre, no por quién es el ganador, sino porque el clima de falta de libertad puede y seguramente empeorará en los meses venideros.

Por lo tanto, debemos fortalecer la memoria colectiva y contradecir la versión oficial. Es un país con cientos de personas en espera de juicio contra los responsables de los asesinatos de sus seres queridos en 2018, con miles que quieren poder regresar a sus países y no pueden por ahora; con otros pidiendo la liberación de los presos políticos.

José Saramago, el gran escritor portugués, reclamó el valor de las palabras como testamento y también dijo que no son inocentes cuando las usamos. Entonces digamos “no” – palabra fuerte – a un régimen que ha instituido crímenes de lesa humanidad como reemplazo del diálogo y que ahora, cuando la comunidad internacional lo condena, abraza la tesis del intervencionismo y elude sus responsabilidades.

En contextos antagónicos como el nuestro, el mayor acto de rebelión es siempre la palabra «decir» ante el silencio que quieren hacer a diario. Mi opinión es que Ortega no podrá hacernos creer lo que su máquina propagandística quiere que creamos.

Es cierto que se proyecta victorioso luego de atrapar a sus rivales y con efectivos policías haciendo la labor de represión. Pero es un Pirro el que pierde «vencedor» y en su nuevo mandato presidencial sus debilidades son evidentes como lo demuestra su inclinación al terror para imponerse una vez más, manipulando la justicia, dada su incapacidad para gobernar.

Es un año difícil para todos los nicaragüenses, ya que se ha acelerado desde 2018 cuando cientos de muertos y miles de heridos, pero no debemos perder la esperanza. El dossier periodístico de violaciones de derechos humanos, elaborado tanto dentro como fuera de Nicaragua, abre una pequeña ventana a la justicia que las víctimas quieren que se les niegue. No sabemos cuándo, pero es un buen paso que nos será útil algún día y un excelente “primer borrador” de nuestra historia.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *