Como cada año, el 11 de septiembre celebramos en Argentina el Día del Maestro, que conmemora el paso a la inmortalidad de Domingo Faustino Sarmiento, el “padre del niño” que gestiona como presidente de la república una particular actividad en la docencia.
Prócer Sanjuanino fue un firme defensor de la educación universal, obligatoria, gratuita y laica tanto para hombres como para mujeres. Hoy el acceso a la educación por parte de ambos sexos nos parece lo más natural del mundo, pero en aquel momento era una decisión verdaderamente avanzada.
Para esta dimensión del compromiso de su trabajo, deberá procurar que la gobernancia de San Juan se ejerza dictando una ley orgánica de educación pública que promueva la educación primaria obligatoria. Durante su presidencia, entre 1868 y 1874, estableció 800 escuelas en todo el país, entre ellas la Academia Nacional de Ciencias, la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas, el Colegio Militar, el Liceo Naval y el Observatorio Astronómico.
Al comienzo de su libro “De La Educación Popular”, Sarmiento ya era claro, con unas pocas palabras, que piensa al respecto: “La educación pública ha quedado constituida en derecho de los gobernados, obligación del Gobierno y necesidad absoluta de la sociedad”. ».
El “padre del niño” está convencido de que “todos los problemas son problemas de educación” y que “las escuelas son la base de la civilización”. “Buena paga, comida abundante, buena ropa y libertad educan a un adulto como la escuela de un niño” es una de sus frases más desoladoras.
Desde 1945 hemos grabado todo el 11 de Septiembre en Sarmiento y hemos exaltado la figura del profesor y del personal de los colegios que con su trabajo y dedicación se han esforzado día a día para que los estudiantes tengan acceso a la mejor educación posible. . Sin embargo, cuando observamos el deterioro de la educación pública y el espacio que la educación ocupa en la agenda oficial, la figura del expresidente parece más legible que nunca.
Una de las creencias de Sarmiento era que cada peso destinado a la educación de la sociedad era un retroceso indispensable para el futuro del país y el bienestar de los ciudadanos. Sin embargo, se creyó que el titular pensó que el presupuesto educativo era un gasto que representaba un peso al Estado, pero por el contrario sostuvo que “El Estado debe velar por la educación elemental de todos los individuos de la nación, lo que importa en primer lugar desde la declaración de ley de que todos deben recibir una educación competente, y la protección que el Estado o la fortuna nacional deben brindar a quienes no pueden hacerlo. él. por si mismos«.
Hoy, las ideas de Sarmiento parecen sólo un grato recuerdo. La educación pública es amiga, sostenida por el tiempo reservado exclusivamente a docentes y personal, porque las condiciones laborales se deterioran cada vez que esta tarea es más completa.
Definitivamente necesitamos un nuevo Sarmiento. La empresa reivindica una figura que retoma las ideas impartidas respecto a la educación y pretende fortalecer escuelas y universidades en el área de importancia que merecen. Asumir la responsabilidad del Estado como garantía del acceso a la educación universal, pública y gratuita. Como dice el sanjuanino, “hombre, pueblo, nación, Estado, todo está en las humildes bancas de la escuela”.
Jorge Anró es subsecretario de Fatun