El cierre oficial fomenta el populismo – Prensa Libre
Suena a contradicción, pero, efectivamente, la intolerancia, las posiciones intransigentes y los dogmatismos proclamados por el gobernante partido hondureño propiciaron una derrota en las urnas, que se pospuso para 2017 con las disputadas elecciones en las que fue reelegido. Juan Orlando Hernández. El Partido Nacional gobernó durante 12 años, ocho de los cuales fueron los de Hernández. Poco pudo hacer el candidato oficial Nasry Asfura ante el descontento acumulado a lo largo de una década que marca el mayor éxodo de hondureños hacia Estados Unidos, desesperados por la crisis económica, la delincuencia y la falta de seguridad.
Asfura reconoció con cortesía ayer la victoria en las urnas de Xiomara Castro de Zelaya, quien será el primer presidente hondureño y cuyo compañero de fórmula es el presentador de televisión Salvador Nasralla, el candidato presidencial que perdió y reclamó fraude en el proceso anterior. Sin prejuzgar, cabe señalar que la presidenta electa es la esposa de Manuel «Mel» Zelaya, el expresidente hondureño despedido en 2009 por haber intentado restablecer la posibilidad de una reelección, aunque años después la derecha – Ala Hernández hizo lo propio sin consecuencias con el apoyo de esbirros.
Varios partidos de oposición se han subido al tren del Partido Liberal de Izquierda, cuyo candidato ha propuesto establecer relaciones con China, relajar las leyes de aborto y por supuesto luchar contra la corrupción. La saciedad que provocó la gestión de Hernández, con un discurso conservador y argumentos nacionalistas, sirvió de alfombra para que las ofertas populistas de los opositores germinaran entre los votantes.
Honduras repite ampliamente el giro de desencanto que se produjo en Perú el pasado mes de julio cuando el candidato de izquierda Pedro Castillo logró cristalizar a su favor el rechazo a los desequilibrios y la falta de una mejora económica efectiva entre las clases populares, a pesar de haber logrado el crecimiento de las brutas. producto nacional que alcanzó el 10% anual. Argentina experimentó este cambio en 2019, cuando el derechista Mauricio Macri perdió ante el peronista Alberto Fernández, sin embargo, acaba de perder la mayoría legislativa en noviembre porque no pudo cumplir con las ofertas de campaña.
Es en esta etapa de promesas eufóricas, al calor de los mítines, que los extremos políticos acaban coincidiendo en proclamar cambios, ofrecer puestos de trabajo, bonificaciones y programas de ayudas sin contar con apoyo técnico, visión, sustentable o más programática que los acuerdos. que se armen en la carretera con cualquiera a cambio de tener más fuerza en las segundas vueltas. En el peor de los casos, se produce una farsa como la de Nicaragua, donde continúa la dictadura de Ortega, sandinista por fuera y condescendiente por dentro, que ya no tiene color ni sustancia, salvo la voluntad. De mantener los privilegios de un grupo.
El presidente electo Castro ha propuesto una reforma constitucional, recurso que ya han utilizado varios grupos en diferentes países para promover agendas intolerantes. Utilizan mecanismos democráticos para validar prácticas que conducen a autocracias y continuidades. Ojalá este no sea el caso en Honduras. Necesitamos una limpieza del aparato público, el establecimiento de normas y sanciones anticorrupción, incentivos y respeto a la inversión, así como un programa de desarrollo humano visionario sin demagogia ni favoritismos, ya que todo esto ya ha fallado con demasiada frecuencia.