El mayor desastre lo provoca la ignorancia - Prensa Libre

El Estor y el derecho a luchar para ser feliz – Prensa Libre

«Las repúblicas modernas se inventaron en un desesperado grito histórico contra el feudalismo y contra la monarquía absoluta», dijo Pepe Mujica en una entrevista durante el II Congreso de Fada. Y agregó también que, básicamente, lo que buscaba era suscribir que nadie es más que nadie. En el ámbito del derecho, al menos, todos somos iguales, subrayó. Pero «del derecho al hecho hay un paso bárbaro, y esa es la deuda que tenemos frente a nosotros, por eso la democracia nunca se acaba».

Un comienzo necesario para recordar el gigantesco fraude electoral que se acaba de vivir en Nicaragua sujeto a la tiranía de Ortega-Murillo, y también para volver a la situación en El Estor, Izabal, un territorio que da la bienvenida al mar y a México, hoy asediado por el gobierno de Guatemala. Agrego este artículo a otro escrito muy recientemente (https://www.prensalibre.com/opinion/columnasdiarias/el-estor-simbolo-de-pais/), y comienzo con la pregunta: ¿todas las personas en Guatemala tienen el derecho a ser feliz, ¿qué significa eso? No espere un tratado sobre la felicidad; Hablo de ello como un estado de ser alcanzado por momentos y según la concepción del mundo de cada uno, pero que requiere unas condiciones mínimas de vida digna, que sabemos muy bien cuáles son.

En El Estor, muchas personas viven hoy con miedo y pobreza extrema, especialmente si se oponen a la actividad minera. Aquí se involucran varios temas de fondo: 1) La criminalización y represión que sufren las comunidades y grupos que presentan resistencia, sumado a graves violaciones a sus derechos como personas y como pueblos indígenas que ni siquiera han sido consultados sobre minería. 2) El impacto ambiental definido por la depredación y contaminación del territorio explotado, sus recursos naturales y fuentes de agua, por generaciones. 3) Censura y persecución que enfrentan los periodistas o los medios comunitarios que informan sobre los eventos allí. 4) Los impactos en el tejido social y comunitario porque la zona ha sido militarizada, no solo desde el actual estado de sitio, sino mucho antes para garantizar la minería. 5) La ilegalidad de la empresa que continúa operando a pesar de que la CC le ordenó suspender sus actividades. 6) La falacia económica inventada por la empresa minera sobre los trabajos directos, cuando son trabajos indirectos.

Nuevas estrategias en un territorio que siempre ha conspirado la alianza de los militares y los campesinos más codiciosos de la región, aun hoy asociados a los líderes de la iglesia neopentecostal que bendicen la minería. A la entrada del pueblo, señalizado al costado de la carretera, hay varios quioscos de tripulantes de cabina con actividades de narración de cuentos e incluso títeres; A dos cuadras hay soldados, gente que trabaja para empresas mineras y policías que intimidan a los que no giran bajo su sombra. En poco tiempo, hasta 12 patrullas de la PNC y autos sin matrícula surcan las calles, mientras las góndolas de la empresa circulan libremente y los territorios indígenas son desalojados por la fuerza. En el contexto del estado de sitio, la resistencia colapsa, desorienta a las personas y juega con los imaginarios sociales de las comunidades.

Si soy pescador y una empresa minera viene a operar y contaminar el agua donde pesco y la tierra donde vivo, ¿no tengo derecho a opinar? ¿Quién no piensa en el futuro de su familia en un territorio devastado? ¿De qué viviré si no estoy de acuerdo con la empresa minera? Las respuestas a estas preguntas y más definen buena parte de la alegría de mucha gente en El Estor. Porque, como dice Mujica, «la pobreza no hace feliz a nadie», y convivir con lo esencial es fundamental.


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *