El éxodo centroamericano se recupera – Prensa Libre
El pasado mes de marzo publiqué una columna titulada 2021 y el gran éxodo nacional. Su hipótesis era que las condiciones eran las adecuadas para predecir que este año sería particularmente fuerte en lo que ya hemos identificado como la era del éxodo nacional. Esta predicción no fue arriesgada. Más bien respondía a las espectaculares cifras que nos había comunicado desde entonces la Patrulla Fronteriza de los Estados Unidos sobre los centroamericanos interceptados (voluntariamente o por la fuerza) que intentaban ingresar a su país. Ya había datos claros, ya que estábamos en medio de su año fiscal. Se habían producido 285.000 eventos de interceptación desde octubre de 2020. Esta cifra fue similar a la de todo 2017. Adicionalmente, por ejemplo, un febrero histórico marcó que se encontraron 7.000 menores no acompañados en proceso de entrega a los guardias de inmigración. El más alto de la historia en febrero. Obviamente, el de hoy no debería sorprendernos. De un año 2020 al contrario de las fortunas de la gente común, este año se anticipó como protagonista del éxodo sostenido de Centroamérica a Estados Unidos, y eso es lo que ‘acabó siendo’.
En los últimos días, la citada oficina fronteriza ha publicado datos para su año fiscal 2020-2021. Lo mismo en los tres países habituales – Guatemala, Honduras y El Salvador – fue esto: entre menores no acompañados, grupos familiares y adultos individuales, hubo 700.000 encuentros con la policía fronteriza. Es decir, 700.000 eventos donde una persona de esta región fue protagonista. Cabe señalar que estas estadísticas no indican cuántas personas fueron capturadas, sino la cantidad de eventos que ocurrieron, con dos o más eventos con la misma persona haciendo múltiples intentos hasta que tuvieron éxito. Incluso con este déficit, el número de eventos es el más alto de la historia, lo que sugiere que el número de centroamericanos que componen la peregrinación al Norte también es singularmente alto.
No encontré ninguna información sobre los individuos; No estoy seguro si la Oficina de Aduanas y Fronteras de los EE. UU. No los comparte, o si hay poca publicación de esta información en los informes que están disponibles para el público. En cualquier caso, conocerlo sería de inmenso valor.
Cuando vemos en los gráficos los datos de interceptación donde aparecen los datos de estos tres países, podemos ver claramente que existe una tendencia común que afecta los patrones migratorios, independientemente del país. Por ejemplo, en la curva de los últimos tres años, 2019 fue el año que había sido el más alto hasta el momento, con 607.000 eventos; en 2020, la curva cayó drásticamente y en proporción similar para los tres; y en 2021 repuntó, nuevamente para los 3 países, especialmente para los menores sin compañía parental y para los adultos capturados solos.
Cabe señalar que, por primera vez en la historia, los hondureños fueron el grupo más alto de los 3 países (319.000), seguido por los guatemaltecos (289.000). Este evento es aún más extraordinario si comparamos el hecho de que la población hondureña es significativamente menor que la nuestra.
Algo curioso sucede con las causas que están en el origen del éxodo centroamericano, es que a ambos lados de la frontera, la atención se centra casi exclusivamente en lo que está afligiendo a esa región. De modo que los estadounidenses tienden a enfocarlo de manera céntrica solo desde la perspectiva de lo que está haciendo la Casa Blanca. Y, aquí en Guatemala, el análisis se basa casi exclusivamente en las precarias condiciones del país que los empujan a huir. Las altas tendencias de cada país, pero también en patrones similares, resaltan cómo las causas están entrelazadas y son el resultado de una desventaja combinada de todos los países involucrados. La importancia de las causas de atracción y expulsión se ha destacado claramente en las estadísticas de este año.