el otro rincón de una columna torrencial

el otro rincón de una columna torrencial

El lenguaje es insuficiente para el conocimiento de la realidad: hay más cosas en el mundo que palabras para nombrar. Es la división que no lleva a los escritores del comienzo de la sigla transmitida en ellos a los sangrientos límites de la novela. La vida, en cambio, es en cualquier caso donde no hay volúmenes soleados que luego hipotecaban la experiencia cotidiana a un encargo corporativo.

Algunos de ellos tienen conocimiento de múltiples estudios y ángulos; a otros, al balbuceo. al torrencial Virginia Woolf No podrás escapar del chico, del punto de no retorno y de tus posibilidades, pero tu ahínco es callarte para que digas más. No hay nada igual para Woolf que no puede nombrar si encontró el templo y la forma adecuada.

“La vida –descrita en “La narrativa moderna”- no es una serie de colores ordenados simultáneamente, sino un halo luminoso, una envoltura semitransparente que hemos enrollado desde el inicio de nuestra conciencia hasta su fin”. Y continúa el análisis: “¿No es capaz el novelista de transmitir ese espíritu variado, desconocido y desenfrenado, sus aberraciones o sus complejidades evidentes, con algo de plano y de exterior como sea posible? “.

Desde donde se trató, sabemos lanase trataba de crear diversos planos de realidad, dotando al lenguaje, por naturaleza sucesivo, de cierta capacidad sincrónica. Una tarea destinada a destrozar, claro, pero que dicha intentarla.

Luego de dos novelas más o menos convencionales –Fin del viaje (1915) y Noche y día (1919)—, lana se ofrece algo distinto. Exultante, el 26 de enero de 1920, al día siguiente de su trigésimo octavo cumpleaños, publicó en su diario una vaga idea sobre “una nueva forma para una nueva historia”. Y luego: “la información será totalmente diferente esta vez: nada de andamiaje; apenas algún ladrillo a la vista; Todo crepúsculo, pero el corazón, la pasión, el humor, tan brillantes como un fuego entre la nieve”. La noticia en cuestión, la casa de jacobse publicó dos años después del Chispa inicial.

Como gran parte de tu trabajo, también aquí. lana Hay que tener la pretensión de imponer una perspectiva única de la realidad en medio de la oferta, cambiando los múltiples reflejos que tienen los componentes. El narrador – modulando el paso de una conciencia a otra, no tiene relación con todo lo que se apoya en el punto de vista, sino con el color de sus pensamientos – aborrece la autoridad de emitir juicios y cede a los personajes impresiones sobre los demás y , eventualmente, en Sí, y por eso sucede como otros. No existe ningún mundo del conocimiento de Woolf excepto las refracciones.

De la biografía a la historia, la casa de jacob componen una miríada de escenas en torno a esta figura evasiva. Según el narrador: “Es en vano tratar de caracterizar a la gente ateniéndose exacly que dite, ou enteramente que qu'onquiait; Pero ojo con prestar atención a las pistas…”. Fue así como otras mujeres, especialmente mujeres, vieron a un Jacob facetado en distintos momentos de su vida y comenzaron su particular milagro.

Desde su infancia en la localidad costera de Scarborough, pasando por su época universitaria en Cambridge y el posterior período entusiasta de Londres, tuvo su alistamiento en el ejercito antes del estallido de la Gran Guerra, Jacob es ni más ni menos que el efecto que le produce. en un momento dado en una mirada ajena.

Solitario, introvertido, enamorado de la Antigüedad y más allá de la lista de mujeres que se sienten atraídas por la cuestión del misterio que fundamenta su personalidad, Jacob nunca está donde espera acercarse. Pero ya no me importa. Como si estuviera en marcha el resto de una operación matemática, se tratará de deducir a Jacob de los espacios que habitó. Y todo ello precisamente, en sus repetidas repeticiones, donde toma vuelo la prosa lírica, sensorial, de lana que encuentro en la versión de Sebastián Martínez Daniell un alias invaluable.

Hay escritores que encuentran su voz desde el principio; otros se demoran más. Virginia Woolf Pertenece a la segunda clase, y es una tercera novela operística de Bisagra en su obra. hombre pecador, la casa de jacob hay muchas cosas que hacer, desde hacer un pastel hasta darle una nueva forma. Lejos (pero no tanto) del grado de sofisticación con el que Woolf entra en el cuarto de novelas inmediatamente posterior –Sra. Dalloway (1925), En Faro (1927), orlando (1928), las olas (1931)-, la novela resulta de un mérito que depende sólo de que su clara caída se hace por la observación del vestuario de quien venderá, pero también por el fulgor del arrojo, por la intrepidez de un autor que no No me importan los Riesgos.

Al mismo tiempo, una gran cantidad de ficción parece surgir de la misma hora más o menos convencional, que ya no es una aventura loca y una buena lectura de aventuras.

la casa de jacobVirginia Woolf. Trans. Sebastián Martínez Daniell. Ediciones Godot, 200 páginas.