El mayor desastre lo provoca la ignorancia - Prensa Libre

Está empedrado de buenas intenciones … – Prensa Libre

Hace unos años, el filósofo guatemalteco Dr. Rigoberto Juárez-Paz escribió unos ensayos sobre “intencionalismo moral”, libertad y eficiencia económica. Recomiendo leerlo. Me vienen a la mente porque, en mi opinión, destacan, entre otras cosas, la frecuencia con la que se confunden circunstancias que, desde un punto de vista lógico, son completamente independientes.

Más precisamente, las buenas o malas intenciones con las que se lleva a cabo una determinada actividad, proyecto o empresa, no condicionan los resultados. Desde un punto de vista moral, por ejemplo, para calificar una acción como buena o mala, las intenciones del agente son importantes; sin embargo, desde el punto de vista de la eficiencia y eficacia de cualquier actividad, las intenciones son superfluas.

Y es probable que algunos de los que han impulsado una dotación constitucional para el deporte del 3% del presupuesto ordinario del Estado hayan actuado con buenas intenciones. Sin embargo, como explica este diario en un reportaje del 5 de diciembre, sobre el destino de unos tres mil millones de quetzales, un 97% de estos recursos se destinaron a la pura burocracia de la CDAG.

Las cosas podrían haber sido de otra manera. Podría haber mejores administradores, mejores ideas, mejores controles, menos política, etc. Sin embargo, el modelo de promoción deportiva elegido estaba condenado, como mínimo, a ser tremendamente ineficaz.

Otro problema es si, en un país con niveles escandalosos de desnutrición y pobreza infantil, es razonable dedicar tales cantidades de recursos al deporte. No creo que se trate de una actividad humana en la que los costes de practicar un deporte o disfrutar viendo su desempeño deban ser asumidos por quienes se benefician directamente de una cosa u otra. Pero ese es otro tema.

El punto aquí es que crear un “elefante blanco” burocrático, que recibe miles de millones de quetzales sin importar lo bien que se desempeñe, seguramente será un gran desperdicio. Esto se debe principalmente a los incentivos que condicionan el proceso de toma de decisiones en el ámbito público y político.

En resumen, tanto los funcionarios públicos como los responsables políticos actúan para maximizar sus ganancias; en otras palabras, obtener lo mejor para ellos cada vez que toman una decisión. Y no hablo de ilegalidades, sino de preguntas como ¿qué decisión me podría generar mayores dificultades con terceros que tengan el poder de despedirme o no de promoverme? Si la opción «Op1» me parece mejor para promocionar el deporte, pero no sería favorecida por mis superiores ni por el partido oficial, mejor elegiría la opción «O2», porque, de todos modos, no tengo nada que ganar si Adopto “Op1”.

Así, en cada etapa se toman decisiones que nada o poco tienen que ver con los objetivos iniciales de la institución, pero sí, y en ocasiones mucho, con los objetivos profesionales de cada funcionario para mejorar su situación en el cargo que ‘mantiene. ocupado.

Por supuesto, existen ciertos mecanismos de control legal, político y social; Sin embargo, actuando dentro de la ley, siguiendo un determinado criterio, porque es conveniente, ¿quién puede realmente probar que otro criterio hubiera sido mejor? Por supuesto, como ha hecho Prensa Libre, se puede informar a los ciudadanos que en cinco años tres mil millones de quetzales pagados con sus impuestos realmente se han destinado a poco o nada para promover el deporte. ¿Pero no es demasiado tarde? En definitiva, como dice el refrán: «el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones».


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