En medio de la desesperación y el continuo deterioro de nuestra joven democracia, hace unos días, entre amigos que aman a Guatemala, analizamos formas de construir un país alejado de la corrupción que hoy afecta al Estado. Coincidimos en que hay varias rutas. Nuestro país tiene algo que modernizar, incluso más que el “Silicon Valley” de Estados Unidos o cualquier otro país.
Y es que en Guatemala hay caminos que no supimos tomar. No ha habido un liderazgo que se haya centrado en los beneficios. Aquí hay un ejemplo de adónde ir: al igual que Guatemala hace 43 años, China era un país rural sumido en la pobreza. Pero en 1978 inició un programa de reforma económica centrado en la modernización de la industria y la apertura al comercio exterior, lo que lo llevó a convertirse en una superpotencia mundial. En este contexto, uno de los hitos fue la creación de Zonas Económicas Especiales (ZEE), como la ciudad de Shenzhen, que en 1979 se convirtió en el primer icono de transformación. Hoy, 42 años después de ser un pueblo de pescadores, es la capital de los nuevos negocios y el desarrollo de la tecnología, la innovación y el diseño, conocido como “Silicon Valley de China”, incluso sin protección de la propiedad intelectual.
Unos años antes, en la misma década de 1973, Guatemala aprobó la ley que dio vida a la Zona Franca e Industrial (Zolic), en el puerto de Santo Tomás de Castilla. 16 años después, en 1989, se aprobaron la Ley de Zonas Francas y la Ley de Promoción y Desarrollo de las Actividades Exportadoras y Maquiladoras (Decreto 29-89), que siguen la lógica de las ZEE chinas. Pero 32 años después, Guatemala no se ha desarrollado como Shenzhen, incluso después de haber tenido la idea antes que China.
En otras palabras, el liderazgo chino se ha mostrado dispuesto a implementar los programas y leyes que sentaron las bases para su transformación, mientras que en Guatemala seguimos diagnosticando nuestros problemas y aprobando más leyes que no se aplican. ¡Nos falta un liderazgo con visión de país, al servicio de su gente y la modernización de Guatemala! Hoy sabemos que la mayor necesidad de los guatemaltecos es la falta de trabajo e ingresos dignos. Trabajamos duro y perseveramos, por lo que bastaría que un grupo de guatemaltecos visionarios impulse la modernización, sobre la base de programas y leyes existentes como el Decreto 29-89, para atraer inversiones que generen empleo. Guatemala ya cuenta con una ley de zonas francas y una ley de propiedad intelectual, que protege el activo más valioso de cualquier negocio. Necesitamos líderes que le digan al mundo que estamos listos para ejecutar. Que se enfoquen en atraer empresas, una de las 500 más importantes del mundo, modernas, innovadoras y respetuosas con la Madre Tierra y los derechos humanos. Al convencer a una de estas empresas, otras generarían trabajo decente en cada departamento y, con eso, acabaríamos con la migración forzada. Guatemala puede volver a convertirse en el centro del mundo, como lo fue la civilización maya.
Nuestra ubicación geográfica frente al mercado más grande del mundo, Estados Unidos, nos brinda una ventaja estratégica. La pandemia del covid-19 ha revelado al mundo su dependencia de China. Hoy, países como Japón pagan a sus empresas para que se vayan de China. Esto abre una ventana para los próximos 5 años que debemos aprovechar. Hay esperanza. Incluso con el flagelo de la corrupción y la impunidad que pone de rodillas a Guatemala, juntos podemos construir el sueño guatemalteco de una sociedad próspera y justa. El resultado sería una clase política renovada y un sector económico innovador. Si países como Japón, Corea del Sur y otros pudieran pasar de potencias económicas pobres a potencias económicas globales, nosotros también.