¿Es posible considerar la posibilidad de un diálogo con el presidente Alejandro Giammattei en lugar de exigir su renuncia? En democracia, siempre se debe privilegiar el camino menos traumático para la resolución de conflictos, principalmente en el ámbito político. Un requisito fundamental debe ser que las partes interesadas se comprometan a buscar una solución, pero este no es el caso de Guatemala. El presidente no tiene la menor intención de sentarse a discutir porque asume que tiene el control casi total del aparato estatal. Esto deslegitima cualquier posibilidad de sentarse a dialogar como propone la Conferencia Episcopal. Hablando sobre qué ? Ahora la situación es mucho más peligrosa que durante el gobierno de Otto Pérez Molina, cuando existían organismos de contrapeso como el Tribunal Constitucional y el Ministerio Público. Hoy estas organizaciones están haciendo lo que Giammattei les dice que hagan.
¿Puedes hablar con alguien cuyas prácticas corruptas afectan al estado? Se sabe desde hace mucho tiempo que el presidente formaba parte de un partido acostumbrado a los asuntos turbios. Sin embargo, no había habido una descripción tan clara como la que presentó The New York Times esta semana con las revelaciones de un testigo que vio cómo Giammattei recibió una alfombra, envuelta en papel de regalo, de manos de un grupo de rusos, con un rojo. cinta y que contiene fajos de dinero. Resulta que los rusos están interesados en obtener la concesión de un terreno de 150.000 metros cuadrados en el puerto de Santo Tomás de Castilla, a precio casi gratuito. Nos enfrentamos a una corrupción a gran escala que afecta los ingresos de los fondos al estado. También se filtró información de que parte de los 122 millones de Q encontrados en una casa en Antigua Guatemala en octubre del año pasado tenían como destino las calas de Giammattei.
¿Será que la Conferencia Episcopal entiende que en estas circunstancias no es posible dialogar? En cambio, estos horribles hechos ameritarían una investigación inmediata por parte de la fiscalía, pero es bien sabido que la fiscal Consuelo Porras no lo hará ya que está recibiendo directivas del presidente Giammattei. Tiene sentido el motivo por el cual el fiscal se trasladó a la sede de la Fiscalía Especial contra la Corrupción cuando fue informado de la existencia del testimonio del testigo desde la alfombra con dinero. Al parecer, el objetivo de Porras no era contribuir a la investigación, sino evitar cualquier posibilidad de que se investigara a su empleador, el presidente guatemalteco. Por eso, la única posibilidad de buscar una salida a la crisis que atraviesa el país radica en la renuncia del presidente Giammattei y del servil Fiscal General.
El escenario actual de alianzas es similar al que existía durante el gobierno de Pérez Molina. Las élites vistieron a este presidente hasta el último momento. A partir de ahora, el Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales e Industriales (Cacif) es el principal apoyo de Giammattei, que también está protegido por el alto clero, a través de la Conferencia Episcopal, y las iglesias evangélicas. A pesar de que la alianza gobernante pareció quebrarse cuando no aceptó el estado de Calamity, este no es un tema estratégico, sino táctico. El partido corrupto le ha enviado a Giammattei un mensaje muy claro de que deben compartir los negocios turbios o no habrá más apoyo para la Legislatura. En este escenario, Giammattei nunca aceptaría un diálogo que implique la pérdida de su hegemonía política y las puertas abiertas al saqueo del Estado. Por tanto, la única posibilidad es y seguirá siendo que el ciudadano exija la dimisión del presidente, así como su servicial jefe de la Fiscalía.