Juanele y las galletitas frente al río

Es mañana ella terminó el café con leche, se puso el guardapolvo y se ensució en la calle. Las canillitas interpretan el periódico. Los barrios baldeos de La Vereda. Se levanta la cortina de la carnicería y llevamos la carne en un carro. Por un segundo frena el paso, tiene que ir al parque. Tienes escaleras de piedra, maderas y cañones. Glicinas azules. Musgos de muchos verdes. Los jacarandás son ensanchan, imitando a los palos borrachos. Ella miró al río. El agua arrastra trontos, peces, camalotes. Al pensar en el agua y llegar al agua, el agua y el perro la atraviesan.

Ella va a la escuela. La primera es que tenemos a uno de nuestros chicos delante del mástil, con las manos en las cubetas para combatir el frío. Suena la campana. La bandera es despacio. Alguien de la fila tira del pelo. Ella busca la cera con la mirada, pero la mujer se resume entre el fuego celeste y blanco y el águila guerrera.

En la entrada del aula buscó su banco, el segundo contra la pared. Embolsa los útiles y las comodidades dentro del escritorio, El manual de Kapeluz está donde está. Sabe que ni lire bien la maestra va a preguntar si todos los entregaron las composiciones para el templo argentinola reseña que sacan los de sexto. Debes leer los textos, ordenar las palabras y realizar correcciones.

La maestra está detrás del escritor. Pregunta : «¿Estabas trabajando?» ». «Si no he empezado un tiempo», insistir, de a ser “el periódico de la universidad”. Agregación: “Igual podrían haber dado más, tienen la cabeza en cualquier lado. ¿Dónde está vestido con chinos? Cuando sigues la campaña de la mujer, tienes acceso a tu banco e información: «Mañana va a hablar con Juan L. Ortiz». Ella se siente encantada. «¿Quién eres? «, pregunta. “Juanele”responde el profesor. “Un poeta. Pedile algo para el Tempe Argentino”.

Hoy no pudo ir al Sarre: Juan L. Ortiz, aparte de un viaje al extranjero, durante la noche y los dos años que vivió prácticamente nunca se ausentó de la provincia. Amistosamente convoqué al universo a tu hogar, la destrucción fue innecesaria. Después del Jubileo se radicó en la ciudad de Paraná. La casa estaba hecha de tal manera que Desde el jardín o desde su zona de trabajo, la bastaba levanta la cabeza para contemplar, mientras está anclado, el río.que forma parte de tu recorrido, recorre varios kilómetros.

Ella toca el timbre. Hay una quinta con papas y zanahorias en el jardín. Un viejito con pantuflas a cuadros, saco de lana y anteojos abre la puerta. Invítalo a venir a la cocina. Ella saca un cuaderno, no se atreve a decir nada. Juanele pregunta si le gustan las galletitas Lincoln. Ella se sienta con la cabeza. El acerca a plato, convida. Los minutos son interminables, entre el silencio y el cruce de las galletitas. Al rato se quedó con el cuaderno, se deshizo de sí misma. En el camino por la barranca, entre los frutos azules, los jacarandás y el musgo de muchos verdes, Di que olvidó pedirle un poema para el Tempe argentino.