Justicia tardía, ¿es justicia? – Prensa Libre
Hace dos semanas, la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia (SCJ) confirmó la condena dictada por el Juzgado Undécimo que absolvió a los imputados en los dos casos del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS), IGSS -PISA e IGSS- Chiquimula. De esta forma se confirma la absolución de todos los imputados en estos casos. La sentencia aún no está concretada, pues para que sea firme, se deben agotar los recursos de ampliación y aclaración ante la Corte Suprema, y finalmente ante el Tribunal Constitucional, si los demandantes solicitan un amparo.
Si bien el fallo es correcto y se ha hecho justicia, creo que se cometieron demasiados abusos durante el proceso que afectó en gran medida a los acusados después de aproximadamente ocho años de juicio, de los cuales casi cuatro estaban en prisión. Me pregunto si la justicia tardía es realmente justicia. La justicia debe ser rápida y eficaz. Entre los acusados iniciales, dos murieron. Uno de ellos, el doctor Jesús Oliva, querido y reconocido médico, cayó en una gran depresión y se suicidó porque no pudo soportar la humillación de ser acusado injustamente y encarcelado sin posibilidad de medidas alternativas. El otro fallecido era otro médico, el doctor Edwin Raúl Castañeda, a quien también se le negó la medida de reposición cuando cayó gravemente enfermo y falleció por un problema cardiorrespiratorio. Podrían haber estado vivos hoy si hubieran estado bajo arresto domiciliario. No lo sabemos, pero la duda permanece.
Esta «Justicia» que absuelve al imputado no resucitará a los dos fallecidos. Tampoco devolverá los casi cuatro años de prisión sin que se entiendan sus solicitudes de una medida alternativa de arresto domiciliario. Y no reembolsarán lo que gastaron en abogados, y mucho menos lo que perdieron en el proceso porque no pudieron trabajar. Y será difícil, pero no imposible, que recuperen el prestigio perdido por la noticia inicialmente fuera del negocio. Noticias influenciadas por acusaciones que los condenaron antes de ser escuchados y juzgados. Noticia provocada por una Cicig ideológica y manipuladora, en complicidad con un Ministerio Público en el momento sometido a su presión. Decididamente, no es justicia y lo que ahora, por fin, se hará la tan esperada «Justicia», me sigue saboreando amargamente la injusticia, la venganza y la politización.
Me alegro por dos amigos que conozco que han soportado toda esta humillación sin buscarla, sin querer ser parte de esta junta directiva del IGSS. Pero representaron a las entidades que representaron porque eso es lo que establece la ley. Son Max Quirin y Julio Suárez. Dos personas que han hecho mucho por Guatemala, que dieron de su tiempo y conocimiento para mejorar el país, pero fueron mal pagados por esta desastrosa influencia que nos dejó la Cicig.
Puedo hablar al menos de estas dos personas que conozco y que considero incapaces de haber cometido ningún delito. Personas de confianza, reconocidas en nuestra sociedad por su trabajo, sus capacidades intelectuales, su dedicación a causas nobles y su integridad. No conozco a los demás, por eso no los menciono, pero sé que estas dos personas muy honorables no merecieron pasar casi cuatro años en prisión o haber conocido las humillaciones que sufrieron durante el proceso, o He esperado casi ocho años por esta sentencia.
En Guatemala se supone que todo el mundo es inocente hasta que se demuestre lo contrario, pero pagaron y sufrieron por algo que nunca hicieron. ¿Cuántos casos similares habrá en nuestro sistema de justicia?