Quejarse

La cultura de la no redención

Para crecer en la vida tienes que cometer errores, pero en el mundo de la tecnología y las redes sociales, cometer errores puede resultar caro. Internet está plagado de historias de personas cuyas vidas se han visto visiblemente afectadas por un comentario o una fotografía que, cualesquiera que sean sus características, las ha condenado al escarnio público.

Para crecer en la vida tienes que cometer errores, pero en el mundo de la tecnología y las redes sociales, cometer errores puede resultar caro. Internet está plagado de historias de personas cuyas vidas se han visto visiblemente afectadas por un comentario o una fotografía que, cualesquiera que sean sus características, las ha condenado al escarnio público.

Parece que no se nos permite la redención. Todo lo que tenemos que hacer y publicar tiene que ser perfecto, las claves del éxito o la libertad económica, cómo potenciar nuestra marca personal, cuál es el filtro perfecto para nuestras fotografías o el baile de moda.

Todo eso o no, es estar a merced de los millones de torturadores que recorren la red en busca de alguien en quien desahogar sus frustraciones, y que no conocen o no quieren medir las consecuencias del maltrato emocional. puede generar en la persona a la que se enfrenta, a la que ha decidido humillar.

Tenemos un despliegue tecnológico impresionante que nos mantiene informados segundo a segundo de lo que está pasando, pero lo cierto es que los algoritmos aún no son capaces de detectar cuando se cruzan los límites y se viola el otro. No leen las emociones.

Entonces, cualquier cosa que publique en Internet, incluso si tiene 10 años o más, un día inesperado, podría usarse en su contra porque la inteligencia artificial no puede saber quién es usted y en qué contexto.

Esta es una situación bastante compleja, porque nos hace pensar que las redes sociales están enmarcadas en un presente sin fin, que no importa cuando se publique algo porque nadie tiene derecho a ser perdonado por los moralistas del teclado.

De manera individual y colectiva, debemos aprender a perdonar las tonterías que todos podemos decir en las redes. Sin menospreciar el hecho de quien haya cometido un delito de ciberacoso debe aprender a lidiar con las consecuencias de sus actos, es tonto acusar a una persona por un tweet lanzado hace 5 o 10 años, porque todos hemos dicho y hecho cosas inteligentes times. Tenemos derecho a crecer y evolucionar.

Podríamos ser más felices y vivir en paz si entendiéramos que vinimos a este mundo para mejorarnos, no para ser perfectos. ¿Nos está ayudando la tecnología o por el contrario, nos permite crear un mundo en el que nadie quiere estar?

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