Quejarse

La inseguridad nacional y sus razones

Al final del año, solo podemos evaluar lo que hemos logrado y hacia dónde vamos como empresa.

Con la llegada de la pandemia, el crecimiento económico y social a nivel internacional ha mermado notableblye, esta quizás es una realidad a medias para un país como Panamá, tomando en consideración el grado de inversión y de oportunidades que ya se venían esquematizando en un país como Panamá en desarrollo.

Hoy, el manejo de la pandemia, gracias a la vacunación, permite a las autoridades sanitarias afirmar que existe un nivel de contagio controlado. La apertura de locales comerciales, eventos en estadios, cines y otras actividades comerciales, mostró la voluntad de una nueva economía en crecimiento.

La crisis se ha transformado en factores que, debido al desinterés del pasado, hoy se convierten en focos que, de no ser atendidos, serán evidentes referencias a una enfermedad que aún hoy puede ser un remedio.

Siempre que hablamos de seguridad tendemos a culpar a alguien y eso a su vez culpa a otros, por ejemplo:

1.- El ciudadano común: “Se pierde la seguridad, las fuerzas de seguridad no están haciendo su trabajo, sus líderes deben ser destituidos.

2.-Los medios de comunicación: “El crimen se ha tomado las calles, no hay trabajo, las autoridades son corruptas.

3.- La Iglesia: “La sociedad está perdiendo sus valores, debemos ser más tolerantes y respetuosos, así tendremos una sociedad mejor.

4.- Justicia: «Hay falta de presupuesto y debilidades en las investigaciones que no pueden conducir a una condena».

5.- El Ministerio de Seguridad: “El problema es el crimen organizado y la justicia penal que es muy responsable.

Ante esta compleja situación, la responsabilidad aún recae en la Policía Nacional, ya que es la primera línea de intervención en la comunidad. El problema es que, ante esta mala señal, creen en ella y comienzan a jugar roles que no les conciernen, como adquirir programas de prevención (deportes, rehabilitación e incluso asumir roles de asistencia espiritual), lo que debilita sus pies por la fuerza. en la reacción contra el crimen.

Según estudios sociológicos de la Universidad de Panamá, “EL DELITO ES NEGOCIO DE TODOS”, y todos tenemos una marcada responsabilidad en el desarrollo de la sociedad.

Así lo expresó también monseñor José Domingo Ulloa en su última entrevista con los medios: “La pregunta es: ¿qué estamos haciendo todos como aporte a la sociedad? No podemos quedarnos de brazos cruzados ”.

Para que se genere delito se necesita un individuo de bajos valores, con una motivación externa, y con la convicción de que no será detectado y que, si tiene la oportunidad, no tendrá castigo.

Ahora miremos a este ciudadano que comete un delito:

1.- Si hablamos de falta de valores, los padres, los maestros, la iglesia y las instituciones creadas para tal fin serían los responsables. ¿Están haciendo su trabajo? ¿Podemos culparlos, y sería justo?

2.- Cuando hablamos de motivación, debemos relacionarla con las circunstancias y estas, en general, se deben a la falta de necesidades básicas de todo ser humano (vivienda, trabajo y salud).

3.- Finalmente, está la oportunidad y la certeza del castigo, es en este caso que la responsabilidad recae en las fuerzas de seguridad y la impunidad en el sistema judicial. ¿Están cumpliendo con su misión? ¿Será que, para culparlos a todos, se han dedicado a otras funciones y no reconocen su verdadero papel de seguridad ciudadana, con tiempos de deber lógicos, con actualización y formación adaptadas a la misión?

Qué fácil sería vivir en una sociedad en la que las familias, las escuelas y las iglesias desempeñan su papel formativo, hacer saber a los gobiernos que satisfacer las necesidades básicas es vital para mitigar el crimen y que las instituciones de seguridad están ahí. Para prevenir / reprimir, anteponer a los delincuentes autoridad competente, la cual, luego de haber recuperado y profesionalizado su equipo de investigadores, pueda presentar expedientes completos a los jueces, quienes, con una estructura adecuada, asisten diligentemente en la administración de justicia y no se culpan mutuamente por la crisis social en la que estamos inmersos. ¡Siendo el criminal el vencedor de esta épica disputa que nos aleja de toda realidad!

Los medios de comunicación no son ajenos a todo esto y con ello, es necesario llamar a una reflexión sobre su responsabilidad en el buen uso de sus plataformas en la promoción de los valores y virtudes humanas.

«Es un honor ser policía».

Especialista en seguridad nacional, exdirector del Senafront.

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