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Las metas claras crean la oportunidad de competir – Prensa Libre

«Mi objetivo no es ser mejor que alguien, sino ser mejor que antes». Wayne W. Dyer.

No hay nada más triste que alguien que de alguna manera expresa o sugiere que no tiene una meta o meta específica en la que esté enfocado, para lo cual pueden pasar días y es solo la suma del tiempo que ha estado en esta vida, pero en un modo de progresión, no ha progresado. Muy diferente a los casos en los que cada hora que vives sabes en qué dirección te lleva y hacia dónde te estás enfocando, para que algún día tengas la satisfacción de lo que has logrado.

Los objetivos que tenemos cada uno de nosotros se establecen con una planificación adecuada y luego se comparten, si se justifica, y en función del nivel de relación que tenemos, de modo que haya una razón por la que se den cuenta de ello, el objetivo al que aspiramos. conseguir.

Es indiscutible que en todo objetivo que alguien se proponga, debe tener en cuenta cuáles son sus virtudes y habilidades, pero también los límites o debilidades, que definitivamente le quedan claras, aunque quienes nos rodean no las adviertan. y tampoco necesitan conocerlos.

Cuando la mentalidad de cumplimiento forma parte de la vida, difícilmente podemos esperar que se detecten oportunidades, o cuando el entorno en el que operamos abra una puerta que nos pueda ofrecer nuevos horizontes que nos permitan competir y, mejor aún, cuando nos clasifiquemos. , poder progresar y sin duda mejorar nuestro día a día.

Es admirable cómo las metas que se nos presentan a cada uno de nosotros son invitaciones a la acción para despertar dentro de nosotros y comenzar a visualizar lo que posiblemente estaba allí, pero no lo habíamos considerado antes, el elemento de acción cambia todos los demás elementos para que entre el antes y el ahora hay una diferencia fundamental, porque no se trata de cambiar, sino de progresar y saber entender que lo que me está pasando ahora se ofrece y tal vez no se me vuelva a presentar nunca.

Muchos, al tener la oportunidad de competir, no lo hicieron porque esperaban que se pudiera considerar cierta flexibilidad para no experimentar la máxima presión cuando estaban compitiendo, y eso nunca puede suceder realmente. Las metas y los logros son inflexibles, por lo tanto constantes, por lo que los desafíos que nos presentan no solo son correctos, sino también gratificantes.

Es posible que todos tengamos las mismas oportunidades y también las mismas habilidades, pero no todos tenemos la misma formación en disciplina y determinación para actuar y responder a lo que se nos presenta como un desafío o una oportunidad.

Cuántos por haber tenido que pensarlo y sopesar todo lo que conlleva ni siquiera han llegado a la competición. Eran simplemente observadores pasivos y sin duda con una miríada de opiniones, pero sin acciones.

Cada mañana que la vida nos permite despertar es una nueva oportunidad para competir y valorar las metas que nos habíamos marcado o redefinirlas en relación a la realidad que tenemos frente a nosotros y responder con la máxima acción, con la mentalidad de «esta es mi oportunidad y no la dejaré pasar».

Y sin duda, muchas recompensas serán nuestras si la idea se convierte en acción, y esa acción, en constante determinación.


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