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Los símbolos y su importancia – Prensa Libre

El acceso al poder es el resultado de una elección o nombramiento por un mecanismo democrático o autoritario. En este acto, el conglomerado delega su voluntad en el representante electo para que tome, en su nombre, las decisiones del cargo.

En general, la gente reconoce el simbolismo inherente al poder, sin cuestionar su origen y significado, que suele tener un lenguaje propio, gestionado por la oficina de protocolo correspondiente. Reconocimiento por tradición y cultura.

Por su parte, el representante electo y el grupo que lo acompaña, con el fin de mantener la función representativa, reactivarán los ritos que apelan a los valores, costumbres y tradiciones cívicas y nacionales que se materializan a través de los símbolos que integran el sistema de valores. .comunas. Una vez en el poder, el oficiante dejará que los símbolos hablen por sí mismos, mientras que, según su propia escala de valores, olvidará la razón y las obligaciones que impone el cargo y actuará como le plazca.

Para entender el significado de los símbolos, como creación cultural, la cultura debe entenderse como todo lo que el ser humano crea, desde las primeras herramientas de piedra hasta la alta tecnología actual. Los mitos, las tradiciones, la religión y el arte también son una cultura; indumentaria, gastronomía y ciencia; deportes, recreación, lenguaje y escritura. Elementos que se transmiten de una generación a otra, reproduciéndose como patrimonio dentro de una comunidad, que llegan a generar la identidad cultural del grupo. Patrimonio que se verá reflejado en su desarrollo, a través de la producción literaria, musical, artística y filosófica; urbanismo y arquitectura.

Los símbolos son una expresión verbal con imágenes, signos, figuras o insignias de algo moral o intelectual, aunque también son capaces de representar algo más, como conceptos o ideas.

Entre los objetos simbólicos del poder se encuentran: el trono, la corona, el collar y el anillo; el cetro o báculo de mando, el báculo o báculo pastoral (para guiar el rebaño); personal de edilicia y la banda presidencial, entre otros. Son signos de autoridad que denotan el imperio, dominación o poder de monarcas, clérigos, mayordomos de congregaciones, hermandades y cofradías; alcaldes o presidentes.

Algunos de estos atributos son propios del poder establecido impuesto a la autoridad que recibe y que heredará su sustituto; mientras que otros son personales, como el anillo, por ejemplo, que ha sido personalizado, con el que se sellarían los documentos oficiales tras ser firmados.

En nuestro medio, la costumbre es que el rito de toma del poder con el que el cacique inaugura su mandato implica la imposición de algunos de estos objetos simbólicos que representan visualmente su nuevo estatus. El acto incluye la toma del juramento, ya sea sobre un libro sagrado o sobre la constitución política del estado, en un claro recuerdo de las ceremonias medievales. En este acto, los gobernados manifiestan una cohesión política y social con la nueva autoridad, en el respeto de los valores nacionales y de una historia supuestamente común, reafirmando la aceptación colectiva del poder establecido y en quien se delega.

En términos urbanos y arquitectónicos abundan los ejemplos de este último significado dado a los símbolos (que son capaces de representar algo más, como conceptos o ideas). Aunque a los efectos de este artículo los limitaré al caso del monumento al bicentenario de la Independencia, en el que la réplica del Palacio de la Real Audiencia, lejos de alcanzar el valor simbólico deseado -el de la Independencia- expresa la opuesto: sumisión al poder representado.


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