Caricatura del día |  Elecciones secuestradas

Nicaragua y su farsa electoral

El 25 de septiembre comenzó la campaña electoral en Nicaragua por unas elecciones que ya no existen. Más adelante haré una propuesta para quienes crean que no todo está perdido.

Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo ya ganaron otra farsa electoral antes de tiempo. Con todos sus oponentes encarcelados y el control total de los poderes electoral y judicial, esto es un hecho consumado. Solo falta la nueva nominación de su quinto mandato el 10 de enero de 2022.

Sergio Ramírez, el gran escritor perseguido por Ortega y Murillo, describió la situación con fría claridad:

“Creo que llamar elección a lo que va a pasar es un error semántico. No habrá elecciones en Nicaragua, lo que habrá es un proceso de violencia institucional que separa a los candidatos y los envía a prisión; que controle las elecciones como si el Consejo Electoral fuera una fuerza policial, y declarará electos a quienes quieran; y luego tomarán posesión … «

Ortega, Murillo y sus simpatizantes siguen haciendo muecas, con marchas, supuestos sondeos y una «oposición» formada por seis partidos casi desconocidos, que suelen colaborar con el gobierno a cambio de escaños bien pagados y otros privilegios.

Según los ejecutivos, sus encuestas indican que Ortega tiene garantizado el 64% de los votos con la posibilidad de llegar al 87% cuando «decidan» supuestos indecisos.

Lo que ya sabemos de antemano es que “ganarán” y que tendrán mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, como ahora. No habrá observación electoral nacional o internacional. Por qué Todo ya está decidido y controlado.

En 2016, también sin oposición, Ortega obtuvo el 72,44%. El resto se dividió entre los partidos aliados más pequeños que lo ayudan a aparecer como una victoria electoral competitiva. En 2011, Ortega ya había enmendado la Constitución para facilitar su mandato de por vida.

Aunque refleja de cerca los eventos del ciclo electoral de 2016 e incluso antes, la realidad resumida anteriormente se ha ido revelando lentamente. Hasta mayo, muchos de los grupos de oposición siguieron creyendo que era posible utilizar la apertura de noviembre para cambiar el panorama.

Perspectiva después del 11/7

Cabe señalar que la situación en Nicaragua sigue siendo volátil y que podrían pasar muchas cosas. Sin embargo, un escenario muy posible que enfrentará el país en el corto plazo es el siguiente:

– Ortega recibirá más respiro como presidente “constitucional” hasta 2027, similar a lo que logró Maduro en Venezuela en 2018.

– El nuevo mandato fraudulento será legitimado abierta o tácitamente por los gobiernos que son sus aliados: Rusia, China, Venezuela, Cuba, Bolivia, Turquía, Irán y algunos otros países.

– Será deslegitimado por los países que ya han criticado el proceso, principalmente Europa, Estados Unidos, Canadá y varios países de América Latina.

– Continuará el estado familiar y el enriquecimiento de estos, sus familiares y quienes los compraron.

– Los opositores seguirán encarcelados, silenciados o exiliados.

– La situación económica del país empeorará, con las correspondientes medidas del Gobierno para aumentar los impuestos para empresas y particulares.

– Incrementará la dependencia de la población de los programas y tarifas gubernamentales, dada la criminalización y desaparición de la sociedad civil.

Opciones para la población nicaragüense

Sin más esfuerzos, la gente se enfrentará a dilemas muy decepcionantes: resignarse a sobrevivir a una dictadura, arriesgarse a la cárcel o salir del país si puede.

Se espera un aumento del éxodo de personas por motivos políticos y económicos, que comenzó en un revuelo hace unos meses, según constató ACNUR.

Los más de 150 presos políticos de hoy, y los que vendrán, probablemente enfrentarán largos años de prisión. Algunos corren el riesgo de morir en prisión, otros verán afectada su salud física y mental temporalmente o de por vida, así como la expansión continua de su sufrimiento y el de sus familias.

En algunos casos, es posible que con la mediación internacional se vayan al exilio como única opción. Algo parecido a lo ocurrido con los presos políticos de la Primavera Negra en Cuba (2003), tras una década en prisión.

Con la dictadura familiar, la participación democrática, la justicia, las demandas, la separación de poderes, el regreso de los exiliados, el mejoramiento económico, las condiciones para la inversión ya no serán posibles.

«Nicaragua sin dictaduras» ¿es posible?

A pesar de todas estas sombras, creo que una Nicaragua sin dictadura todavía es posible. Pero le falta madurez, humildad y un enfoque único en el campo de la oposición. Una dirección que, desde el exilio, podría liderar un nuevo esfuerzo por acercar a los azules y los blancos, dentro y fuera del país.

Insisto en el enfoque de talla única porque el intento de poner el carro delante del caballo ya ha fracasado. Todo el tiempo desperdiciado hablando de candidatos, partidos, primarias y votaciones fue época dorada para la dictadura, que ya había preparado de antemano un plan para sabotear el carro.

Ahora, antes del clímax de la farsa de noviembre, es hora de que sectores amplios y capaces de la oposición en el exterior dejen de lado todas las diferencias y disputas y se concentren en un objetivo.

El debate sobre el tipo de economía que tendrá el país, sus programas y políticas sociales, su política exterior, etc., luego de una transición post dictadura, dependerá de la ciudadanía en sus luchas sectoriales y partidistas y en las urnas. Pero todo esto será más tarde. Sin lograr el único objetivo de lograr una Nicaragua sin dictaduras, nada de esto está dentro de las posibilidades.

Mi propuesta es un grupo de «Nicaragua sin dictaduras» porque es algo que casi todos los opositores deben aceptar y que es urgente. En mi imaginación, estaría integrado por personas notables e influyentes de diferentes sectores, ideologías y generaciones, individualmente.

Estas personas potenciales están en el extranjero donde tienen más seguridad para organizarse y actuar. Y así servir como catalizadores para la unidad en la lucha dentro del país que mantendría viva la resistencia cívica hasta que sea posible una Nicaragua libre, justa y democrática.


* Artículo publicado originalmente en Tiempo en la Habana.

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