El mayor desastre lo provoca la ignorancia - Prensa Libre

Novedades renovadas de la Revolución del 44 – Prensa Libre

La discusión del 15 de septiembre de 1821 trajo fechas importantes de interés público: la Revolución Liberal de 1871, víctima de las fechorías de sus protagonistas, y al mismo tiempo digna de celebración por los avances tecnológicos de su época; la Revolución de Octubre, víctima tanto de los errores de muchos de sus miembros como de los inicios de la Guerra Fría. En mi opinión, estas son las dos fechas más importantes en Guatemala, ya que la expulsión de Árbenz en 1954 y los acuerdos de paz de 1996 no lograron los cambios esperados para integrar al país en una modernidad traducida en beneficios para la mayoría de la población. los ladinos pobres y los nativos.

Hay muchas ironías en la historia de cualquier país. El dictador Jorge Ubico se derrumbó cuando vio a miles de guatemaltecos exigiendo su renuncia. No quería ametrallar a ciudadanos indefensos. Dejó un triunvirato y se fue, para morir de cáncer de pulmón, abandonado el 14 de junio de 1946, dos semanas antes del segundo aniversario de su renuncia. El 20 de octubre puso fin a la ubicuidad y abrió las puertas al primer presidente electo en Guatemala, Juan José Arévalo, quien logró importantes avances: nueva Constitución, Código de Trabajo, seguridad social, autonomía universitaria, libertad de prensa, autonomía municipal. . En la realidad actual, para los guatemaltecos después de 1944, muchos de estos avances han perdido importancia y son incluso impopulares.

Esta revolución estaba en su infancia y durante gran parte del gobierno arevalista el producto sincero de una juventud cansada de los abusos del dictador de 14 años, que tuvo que enfrentar la realidad de la Segunda Guerra Mundial y los efectos de la propaganda. para instaurar la democracia, dócil en Estados Unidos, en países vistos como su patio trasero. La etapa de lo que hoy se llama primavera democrática terminó con la intervención estadounidense de 1954, debido a las nuevas circunstancias geopolíticas derivadas de la Guerra Fría y el triunfo de Fidel Castro en Cuba. Unos años más tarde, comenzó el conflicto armado interno, cuya duración de 36 años arruinó muchos avances revolucionarios y marcó el destino de Guatemala.

La Revolución de Octubre tuvo un primer error: dividir el mando del ejército en dos: el ministro de Defensa, Jacobo Árbenz, y el cuartel general de las Fuerzas Armadas, encabezado por Francisco Javier Arana, cuyo asesinato sólo cinco años después, más acciones del Partido Comunista y otros emprendidos por los protagonistas sentaron las bases no solo para la rebelión militar de 1960, que luego se transformó en una guerrilla patrocinada por Castro, sino también para la violencia de reacción del Ejército y entidades sociales y políticas asociadas. Estas verdades no son motivo para no olvidar las bendiciones de 1944, sobre todo en sus inicios, y su lamentable fracaso por múltiples factores, entre ellos la incipiente corrupción hoy llevada al paroxismo extremo.

Los que formaron parte del acto popular a los 20 años tienen ahora 97 o 98 años. Son pocos, pero no se puede negar la importancia de su participación, incluidos los que ya están acunados por la tierra. No se pueden negar las atrocidades cometidas por algunos de los principales arbencistes y el incumplimiento de las reglas elementales. Pero a los centroamericanos nunca se les ha llamado un «país de mierda», como lo hizo Trump décadas después en una de sus muchas atrocidades. En la historia hay que buscar la albura y la oscuridad, teniendo en cuenta el tiempo, lo que no implica aceptarlas. La Revolución de Octubre merece ser recordada y estudiada sin vendar los ojos, porque demostró la capacidad de los guatemaltecos para luchar contra dictaduras establecidas o emergentes.


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