El mayor desastre lo provoca la ignorancia - Prensa Libre

Ópera Pueblo K’iche ‘se libera del injusto olvido – prensa libre

Son muchos los motivos para admirar la ópera Pueblo K’iche ‘, producto de la inconfundible multifacética habilidad de Virgilio Rodríguez Beteta y del compositor Quetzalteco Jesús Castillo, precursores del conocimiento y apreciación de las historias orales de los descendientes mayas. Se estrenó la semana anterior, 97 años y medio después de su única presentación el 24 de julio de 1924 en el Théâtre d’Avril. En esta ocasión, en la sala Efraín Recinos del Centro Cultural Miguel Ángel Asturias, fue casi una primera vez que se escondió entre los viejos papeles del autor de la carta y ahora se puede conocer gracias al permiso entusiasta de su hija, Luz. de María Rodríguez de Bendaña, Supervisora ​​Honoraria y Destinataria Espiritual de este importante evento cultural.

La ópera tiene lugar en la ciudad donde el sumo sacerdote, para evitar profecías de destrucción, ofrece sacrificar a la prisionera Princesa Alitza, de Iximché, ciudad rival. Ella se salva y huye con el príncipe Kaqchikel Amalchi, que es el último Motz (polvo de estrellas) y por lo tanto hijo de los dioses, que tiene un talismán en forma de flor, del cual derivan sus poderes. Dolor y sangre profetizados si el crimen se perpetra, corre con la llegada de los españoles y el fin de las dos etnias enfrentadas se convierte en una terrible realidad. El escenario histórico es una de las muchas y muy sangrientas guerras precolombinas que provocaron divisiones internas aún vigentes hoy, hace medio milenio.

Los autores son guatemaltecos muy valiosos, aunque ahora, lamentablemente, han sido olvidados, donde permanecen por la negligencia y desinterés del gobierno. Don Virgilio Rodríguez Beteta (1885-1967) fue un eminente intelectual, abogado, periodista, historiador, fundador de la Sociedad de Geografía e Historia. Conocía bien la historia maya y supo interpretar su significado en las frases operísticas, escritas con elegante prosa y referencias a dioses, reyes y ciudades que existen en la actualidad. Don Jesús Castillo (1877-1946) estudió música indígena desde muy joven y es el iniciador de su apreciación. Publicó el libro La Música Maya-Quiché, región de Guatemala. Escribió Rabinal Achí, obra también basada en la música indígena, y dejó inconclusa, Nicté.

También fue otra grata sorpresa observar el elevado número de participantes en una presentación de música lírica de categoría internacional. A esto se sumó la escucha de la orquesta sinfónica de Libertad interpretando la exquisita música; el coro nacional y los bailarines, todos de primer orden. Igor Sarmientos dirige con su innegable calidad, Giovanni Meléndez dirige, Lizette Martins, la coreógrafa y Daniel Ovalle, el coro. La dirección de las peleas y las caídas fue encomendada a Ligia Sandoval y la transcripción musical, realizada por Paulo Alvarado, fue sorprendente. Joam Solo diseñó el set; Josué Sotomayor la iluminación y Eduardo Figueroa el vestuario. Fueron unas 150 personas, cuyos rostros de satisfacción se notaron.

El montaje tiene un significado histórico, como la ropa de mujer de algodón con pocos adornos. El público fue numeroso y con un claro gusto y conocimiento de la música lírica. Debo mencionar especialmente la calidad del baile en solitario del tercer acto, una promesa. Y por último, les ofrezco una gira por países de América Latina y Europa, donde apreciarán las peculiaridades de Pueblo K’iche ‘, otro ejemplo de la gama musical de Guatemala de todo tipo. NOTA: La presentación se vio empañada por la inclusión de un video alabando a Giammattei, innecesario, superfluo y de mal gusto, entregado por el Ministro de Cultura. Pero esta «gran chaqueta» no mermó la indiscutible calidad de todos los artistas, a los que felicito con entusiasmo.


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