El mayor desastre lo provoca la ignorancia - Prensa Libre

Que «criticar no cuesta nada», dicen – Prensa Libre

En un espíritu que aún tiene que perseverar, la sociedad guatemalteca, tan llena de las deficiencias más notorias e imperfecciones inaceptables, encuentra excusas que sustentan lo que no es sustentable y mantienen lo más indeseable en nosotros. Vemos que un ejemplo de estas formas se traduce en una idea infantil que se ha congelado en lo que dice mucha gente común. Personalmente, lo escucho con bastante frecuencia en las conversaciones cotidianas donde da su opinión sobre quienes se atreven a alzar la voz; sobre el despierto que tiene la posibilidad de identificar dichas imperfecciones, y que también tiene las detenciones para oponerse a ellas. Que “hay que actuar, porque criticar no cuesta nada”, dicen y con la instalación de semejante falacia, de repente, y con una lamida, se van llevándose a esa persona; a sus principios y, principalmente, a la contribución que hace a una sociedad llamada a esclarecer los temas que nos han sumido en uno de los fracasos colectivos más notorios de todo el hemisferio. Estas personas, donde generalmente se concentra la élite intelectual del país, en actos de valentía sacrificada, gritan lo que presagia el destino más indeseable que puede existir: uno en el que las generaciones futuras tendrán un legado peor, incluso, que el que hemos recibido. de. nuestros propios antepasados.

No es fácil ser crítico en Guatemala, a pesar de que aquí hay tantas cosas notoriamente abiertas a la crítica. En un eterno deseo de poner las cosas desde un punto de vista optimista, en nuestra sociedad conservadora hay un mejor lugar para iniciativas focalizadas, tan pequeñas e insignificantes como acaben siendo para el gran proyecto. En este sentido, hay actividades que la sociedad considera buenas y que aprueba, a diferencia de la reacción que obtienen quienes alzan la voz en protesta contra lo que identifican como las causas fundamentales de estos males. En este sentido, por ejemplo, quienes aportan una hora de su semana asistiendo a un club benéfico lo hacen mucho mejor que quienes arriesgan su piel señalando las dolencias que dan lugar a la necesidad de dicha caridad. Por lo que podemos ver, incluso aquellos que anuncian su participación en la política terminan mejorando y terminan integrándose en un sistema donde solo los corruptos tienen la oportunidad de prosperar. Esto, quizás porque hay un pueblo que no ha sabido medir el valor y el sacrificio de oponer -con su nombre y su voz- a un sistema bien engrasado para que subsistan las circunstancias abusivas, y que los adversarios, por objetivos que intentan. ser, son arrojados a un ostracismo eterno.

La esperanza de una Guatemala mejor hoy lamenta la muerte del Dr. Román Carlos, ocurrida el pasado viernes. Y quizás no haya mejor oportunidad para ilustrar lo que exhiben quienes critican la perversidad económica y política del país. Un médico cuya habilidad científica levitaba en la cima de una cumbre mundial, pero que, lejos de entregarse a los placeres de su cargo, se distinguía por una vida de humilde servicio. Se ocupó de casos individuales, uno a la vez; pero trascendió precisamente eso, convirtiéndose también en un emblema de la crítica a los males que asolaban al corrupto sistema de salud pública. En un momento, levantó la voz casi solo, contra el gran monstruo, que contraatacó con ácido. En cierto modo, fue el destino de otras personas que incluso sacrificaron sus vidas. Hoy tenemos un papel fundamental en el empoderamiento de las víctimas de un ejército de trolls que se aprovechan de quienes, a partir de disciplinas como el periodismo objetivo, la ciencia más pura y la defensa de la justicia colectiva, denuncian la podredumbre actual. Esta esperanza de un futuro mejor es una deuda eterna con estas personas valientes que lo sacrifican todo.


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *