Quiero contarte de mi hija tamara

Quiero contarte de mi hija tamara

Tamara llegó a mi vida cuando tenía nueve años y fue un regalo totalmente inmerecido que me dio la vida. Era linda, inteligente, curiosa, generosa, reflexiva y con una impresionante capacidad de empatía. Entró en mi vida y en mi corazón como quien se lanza a los Juegos Olímpicos para no dejarlo nunca.

Hoy está encarcelada y hoy se cumple el sexto mes de su secuestro. Seis meses, 183 días de angustia, tortura, incertidumbre y dolor tanto para ella como para nosotros y especialmente para su pequeña, de apenas cinco años.

Como Tamara es madre, tiene una hija que pregunta por ella todos los días. Tamara nació el 15 de enero de 1981 en Managua. Su madre era Sadie Rivas Reed y su padre Irving Dávila Escobar, mi esposo. La trajo para hacer grande a nuestra familia. Mis hermanos fueron inmediatamente sus tíos y tíos, y mis padres, naturalmente, se unieron a sus otros abuelos.

Con mi otra hija, Ana Lucía, no comparten un solo gen, pero nunca podrían ser más hermanas. Se aman, se entienden y se acompañan con la complicidad de hermanas. Siempre están juntos contra el mundo, incluyéndome a mí. La foto en la que Ana Lucía defiende a Tamara con su cuerpo para evitar ser detenida con el resultado de que se las llevaron a las dos, es solo un ejemplo de esta maravillosa relación.

Lo mismo ocurre con nuestra otra hija, María Josefina, quien cuando nació Tamara ya tenía 17 años y su cariño y cercanía hacia ella era absoluto. Interpretando el papel de hermana y segunda madre con ella cuando iba a trabajar, o debido a la enfermedad de Irving, tuve que irme.

Tamara vivía de forma natural entre la familia de su madre y la nuestra, hasta el punto que puedo decir que nos hizo una sola familia. Una gran familia que la ama, la admira y la respeta profundamente.

Cuando era niña, Tamara vivió la muerte del esposo de su madre y el padre de su amado hermano. Luego vivió la crisis de salud de su padre, a los 17 años enfrentó la muerte de su madre en un accidente. Ante tanta dureza en la vida, nunca ha perdido su dulzura, su empatía, su generosidad. Ella siempre ha sido una luchadora.

Uno de mis primeros recuerdos de Tami -le decimos con cariño- es cuando viajamos a Costa Rica para un chequeo de su padre y entre una consulta y la siguiente los llevamos, Irving, Tamara y Ana Lucía, a una pista de patinaje. pista. Fue el primero que nos pusimos los patines. Cuando terminamos de ponérselos a Ana Lucía, ya estaba patinando de la mano de una chica a la que nunca había visto antes. ¡En menos de diez minutos, logró establecer una conexión humana!

Cuando ella tenía 11 años, en 1993, obtuve una beca para hacer mi doctorado en Bélgica. Era una beca familiar y fuimos todos. Llegó en sexto grado. Aprendió francés casi instantáneamente gracias a su relación con niños y niñas. Mientras había estado en la escuela durante seis meses, pedí una reunión con su maestro para ver cómo le estaba yendo, especialmente en matemáticas, que no era su punto fuerte.

La maestra me dijo:

—Es amigable, generosa, se lleva bien con todos los niños, apoya al que lo necesita, le encanta leer, escribe muy bien, estamos maravillados de la rapidez y maestría con que habla el francés, es muy entusiasta en todas las actividades de la clase. Tienes una hija maravillosa.

-Sí lo sé. Pero, ¿cómo le va en matemáticas? Insistí. Pero noté que el profesor me miraba fijamente, haciendo un gesto extraño. Y él dijo: «No te preocupes, yo me ocuparé». Debes saber que tu hija tiene un extraordinario desarrollo de todas las habilidades que la harán feliz y exitosa en la vida.

En abril de 2017, Irving inició la última batalla por su vida. Han comenzado a contar veintiséis años de vida con dos trasplantes de riñón que le dieron una vida plena y maravillosa. Un mes después, lo trasladaron a la unidad de cuidados intensivos (UCI) y lo intubaron, con la esperanza de que los medicamentos curaran un virus en sus pulmones. Un día aparecieron Tamara, Ana Margarita, mi hermana (ahora también presa) y Francisco, mi hermano, en México (donde María Josefina y yo estábamos cuidando a Irving). Al día siguiente llegó Ana Lucía, completando su Maestría con una beca Fullbright. Me alarmó verlos, pero comprendí que se habían dado cuenta antes que yo de que estábamos al final del largo camino hacia Irving.

Estando en cuidados intensivos, no teníamos habitación y no nos dejaban pasar la noche, nos pidieron que nos fuéramos y prometieron que nos lo contarían todo. Para nosotros era impensable. Las cuatro niñas decidieron que se turnarían en parejas -sin dejarme quedarme- en la puerta del hospital con decenas de familiares que, al no ser de la ciudad, no tenían dónde pasar la noche. Se tiraron al suelo con mantas y se quedaron ahí hasta el amanecer cuando llegué. Inmediatamente se hicieron amigos de todos. La primera noche no terminaba cuando Ana Margarita entregó su manta a una anciana nativa de Tarahumara y Tamara lideraba la donación de sangre para el hijo de una pareja de hombres de Morelia. Compartieron comida con ellos y los cuatro dieron tantas mantas que extrañamos a mi prima Virginia, nuestro ángel en México, y tuvimos que comprar más.

No sé dónde recibe Tamara tanto amor, pero todas las personas que la rodean sienten su calidez, generosidad y dulzura.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos ordenó al estado de Nicaragua la liberación de la opositora Tamara Dávila.
Foto: Cortesía de UNAB

Esta es la persona que se llevaron el 12 de junio de 2021. Y aún no ha regresado. Esperamos que el trato al que es sometida, el aislamiento y la privación del contacto humano, alimentación adecuada, albergue, no tengan un efecto irreparable en esta maravillosa persona.

Encarcelaron a una persona extraordinaria, maravillosa, de manera injusta e ilegal por el simple hecho de ejercer sus derechos, expresar sus opiniones. Tamara fue criada por la libertad, por la vida comunitaria, por la democracia, por su madre, su padre, yo y el resto de su familia.

En el poco tiempo que nos dejaron verla pudimos darle un fuerte abrazo y decirle que la queremos y que su hija está bien. Se la encuentra firme pero extremadamente delgada, sufriendo mucho por el aislamiento, la incapacidad para hablar y comunicarse. Una persona como ella sufre sobre todo de este aislamiento, de la falta de contacto humano. Realmente necesitas el sol y comes frutas, fibra y verduras. Conocer el mundo y sobre todo ver y estar con tu hija.

Conocer las condiciones en las que ella y los demás presos políticos se encuentran detenidos nos llena de terror. No en nuestras peores pesadillas, no podíamos imaginar que esto sucedería en Nicaragua. Que se vuelvan a emitir situaciones pasadas que puedan tener impactos irreversibles en la salud física y psicológica de cada uno de ellos. Hemos investigado y encontrado evidencia de que las personas con estas afecciones tienen descompensaciones orgánicas totales y trastornos psicológicos graves. La tortura busca romper la personalidad, desintegrarla, hacer que los presos se sientan abandonados y solos.

Exigimos que vuelva viva y bien. Exigimos su liberación inmediata y la de los más de 167 presos políticos. Devuélvenos a Tamara.

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