Una perogrullada de la era Trump es que cada acusación es una confesión. Cuando Donald Trump lanza acusaciones descabelladas contra sus oponentes, telegrafía lo que pretende hacerles, justificando preventivamente la violación de leyes y normas presentándose como víctima de los mismos delitos que cometerá.
Así es como debemos entender las divagaciones de Trump tras sus 34 condenas por delitos graves la semana pasada. Después de ser declarado culpable, dijo a los periodistas reunidos frente al tribunal: “Esto lo hizo la administración Biden con la intención de herir o herir a un adversario”. » Es tedioso verificar tales afirmaciones (al movimiento MAGA no le importa qué es verdad y qué no), pero el presidente Biden no tiene nada que ver con el caso presentado por Alvin Bragg, el fiscal de distrito de Manhattan. Y como para subrayar la negativa de Biden a interferir en las decisiones del Departamento de Justicia, esta semana comenzaron los cargos federales contra el hijo del presidente, Hunter Biden. Al desarrollar esta fantasía sobre Biden, Trump telegrafía que, si regresa a la Casa Blanca, intentará utilizar el Departamento de Justicia exactamente de la manera que afirma que se utilizó en su contra. Cuando el expresidente se compara con el líder de la oposición rusa Alexei Navalny, que murió a principios de este año en una colonia penitenciaria del Ártico, se permite actuar como Vladimir Putin.
En una entrevista el domingo con tres presentadores de Fox News, la primera desde su condena, Trump prácticamente prometió que su segundo mandato sería aún más corrupto y vengativo que el primero. En su relato, nunca pidió que Hillary Clinton fuera encarcelada y resistió magnánimamente las súplicas de otros para castigarla. La próxima vez, sugirió, no será tan amable. «Siempre decían que lo encerraran, y sentí… y podría haberlo hecho, pero pensé que habría sido algo terrible», dijo. “Y luego me pasó esto a mí, y es posible que sienta algo diferente al respecto”.
En declaraciones a los presentadores de Fox, Trump negó haber dicho las palabras que fueron el estribillo de su primera campaña presidencial: «No dije: 'Enciérrenla'. La capacidad del hombre fuerte para hacer que sus partidarios acepten absurdos. Y es importante recordar que “encerrarla” nunca fue más que retórica. Como reveló el informe Mueller, Trump exigió que su primer fiscal general, Jeff Sessions, que se había recusado de las investigaciones sobre la campaña de 2016, persiguiera a Clinton. «Según Sessions, el presidente le pidió que rescindiera su recusación para que Sessions pudiera ordenar al Departamento de Justicia que investigara y procesara a Hillary Clinton», decía el informe de Mueller. Finalmente, tratando de apaciguar a su jefe, Sessions llamó al fiscal federal John Huber de Utah para que investigara las acusaciones de la derecha sobre la Fundación Clinton, pero Huber no encontró nada.