Sea feliz – Prensa Libre
A los niños pequeños a menudo se les pregunta: ¿Qué quieres ser de mayor? Los niños suelen dar respuestas inesperadas e incluso divertidas. Esta inocente pregunta, sin embargo, planta una estructura biográfica en su mente: debo fijar una meta para mi vida. La pregunta se repetirá a lo largo de la infancia y la juventud: «Hay que ganar el curso en la escuela para pasar al siguiente». “Hay que terminar diversificado para ir a la universidad y tener un trabajo. O lamentablemente también «basta con que completes las bases, porque con eso basta con estudiar para ponerte a trabajar y para ayudarme». La pregunta finalmente se transforma hasta llegar a formulaciones como: ¿Qué debo hacer para ser feliz? ¿Qué necesito hacer para darle sentido a mi vida? ¿Qué debo hacer para que mi vida valga la pena?
Es el contexto vital en el que debe enmarcarse una historia evangélica que tenga a un hombre y a Jesús como protagonistas.
Un día, mientras estaba en el camino, un hombre le preguntó: “¿Qué debo hacer para obtener la vida eterna? Es cierto que hoy en día casi nadie se hará esta pregunta en estos términos. Pero en la mente de un judío piadoso preocupado por el sentido de su vida, era la forma de expresar la pregunta de qué tenía que hacer para lograr la felicidad y la plenitud que cada uno desea para sí mismo. Un judío sabía que para alcanzar la felicidad también tenía que llegar a Dios. Y este judío inquieto también pensaría que la persona de quien uno podría esperar una respuesta esclarecedora seguramente sería un hombre de Dios.
Por eso cuestiona a Jesús, que le da una primera respuesta. Te dice que debes cumplir con los Diez Mandamientos, el código de ética bíblico que establece en pocas frases los criterios básicos de la conducta moral. ¿Por qué la primera respuesta de Jesús es de naturaleza ética? Porque la única forma de construir tu vida con sentido, la única forma de darle forma a tu biografía, es a través de la educación para la libertad. Las personas son individuos en la construcción. Al principio no somos lo que deberíamos ser. Es por eso que la pregunta que les hacemos a los niños es altamente educativa. Debes aprender a discernir entre las acciones con las que te construyes a ti mismo, tu familia y tu sociedad, y las acciones que causan la destrucción de tu propia persona, familia y sociedad. Esta respuesta de Jesús puede contrastarse con el consejo que los padres a veces dan a los jóvenes: para ser alguien en esta vida hay que tener un trabajo, se necesita dinero, hay que ser respetado en la comunidad. A veces con la recomendación implícita de que todo está bien para lograr estos objetivos.
El hombre agitado le dijo a Jesús que su conducta siempre había sido intachable. La respuesta es sin duda sincera. Pero el segundo consejo de Jesús es sorprendente. Él dijo: “Vende todo lo que tienes y sígueme. La rectitud moral es hermosa y necesaria, pero la felicidad que buscas no se logra, se recibe; No se puede obtener mediante la realización de sus esfuerzos, no se puede comprar, pero es un regalo de Dios. Aprende a vivir como yo, dice Jesús, que depende totalmente de Dios. Sin embargo, el hombre agitado había puesto su seguridad en sus logros económicos, fruto de su esfuerzo personal. No pudo aceptar el enfoque propuesto por Jesús. Muchos otros lo han hecho a lo largo de la historia del cristianismo. «Vida eterna», la felicidad duradera no se obtiene con el esfuerzo y el compromiso personal, sino que siempre será un don recibido de Dios en pura gratuidad. En términos teológicos: no solo obra, sino, sobre todo, la gracia produce felicidad.