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Sergio Ramírez: La palabra dura en Nicaragua

En primer lugar, debo agradecer el honor de dirigirles estas palabras en la ceremonia de apertura de la 77ª Asamblea General de la Asociación Interamericana de Prensa, una institución con una trayectoria tan dilatada en defensa de la libertad de expresión.

Como soy ante todo un narrador, permítanme comenzar recordando uno de hace mucho tiempo en Nicaragua. En la agonía de la dictadura de Somoza, cuando creía que iba a durar para siempre, y que su séquito le hacía creer, como siempre pasa en las dictaduras, ordenó silenciar a todos los medios independientes porque, como todos los dictadores, pensaban que era mejor. gobernar en silencio que dejar oír las voces que lo turbaban.

Eso fue en 1978. El 10 de enero de ese año, el director de La Prensa, Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, fue asesinado por sicarios de la dictadura mientras conducía solo su automóvil en una calle desolada, entre las ruinas dejadas por el terremoto que arrasó Managua hace unos años.

También se cerraron los telediarios, que inicialmente estaban sujetos a censura. Entonces los periodistas inventaron una forma de llegar a la gente, para que supiera lo que la dictadura de Somoza no quería saber. La crueldad de la represión de los jóvenes que aparecían muertos cada mañana en lugares cercanos a la capital, los ataques nocturnos a viviendas, presos, desapariciones, «operaciones de limpieza».

Y de esa manera se difundió la noticia en las iglesias. Desde el altar mayor, a veces sin electricidad y a la luz de las velas, los locutores leían los boletines mientras la gente se agolpaba en la nave para escuchar. Este periodismo se llamó entonces periodismo de catacumbas.

En Nicaragua, la historia tiene un mecanismo vicioso que hace que se repita. Es una anomalía fatal que aún no se ha corregido. Una dictadura provoca una revolución para derrocar a un dictador, y esta revolución crea un nuevo dictador que a su vez inicia un nuevo ciclo de opresión. Somoza es el padre de Ortega. y el dictador, ofendido por la libertad de expresión, cierra y ocupa los medios de comunicación, encarcela a los periodistas o los obliga al exilio. Esta es la historia que se muerde la cola

Una vez más, el diario La Prensa se vio obligado a detener sus imprentas, primero por falta de papel, retenido en la aduana, luego su local ocupado por la policía. Su director gerente, Juan Lorenzo Hollman, se encuentra en prisión, sin asistencia médica y en riesgo de perder la vista.

Cristiana Chamorro Barrios está presa, al igual que Pedro Joaquín Chamorro Barrios, ambos periodistas y ejecutivos de La Prensa, y el tercero de los hermanos, Carlos Fernando Chamorro Barrios, director del diario Confidencial, huyó por medios clandestinos para librarse de la orden de prisión. . . Fue su padre asesinado quien declaró que Nicaragua volvería a ser una república, y la lucha común para lograrlo, no un sultanato, sino una república.

El periodista y fundador del canal 100% Noticias, Miguel Mora, es encarcelado por segunda vez luego de que las instalaciones de la estación fueran ocupadas por la policía en 2018, y confiscadas ilegalmente. El periodista radial Miguel Mendoza se encuentra en prisión.

Todos estos periodistas se encuentran entre los cerca de 150 presos políticos, incluidos siete candidatos presidenciales, y líderes políticos, organizaciones cívicas y de derechos humanos, líderes campesinos y estudiantiles, empresarios, banqueros; sin juicio, o sometidos a juicios amañados, sin debido proceso, sin derecho a la defensa, sin abogado, sin asistencia médica y en condiciones inhumanas. Todos acusados ​​de los mismos delitos en serie prefabricados, que van desde el blanqueo de capitales hasta el terrorismo y actos contra la soberanía nacional.

Mi primer pedido es que no olvidemos a estos prisioneros. Que mantengamos vivo el hecho de que están presos en una prisión lúgubre, en la gran prisión que transformó la dictadura de Ortega en Nicaragua. Mantén la conciencia de que tu causa es justa y necesaria en la defensa de la democracia.

Decenas de periodistas de prensa escrita, radio y televisión, como Carlos Fernando Chamorro, han tenido que huir a través de las fronteras. Y luego todavía tenemos el periodismo de catacumba, pero no ahora en las iglesias, con las noticias leídas a la luz de las velas. Este periodismo de catacumba se realiza a través de las redes sociales. Desde la clandestinidad, dentro de Nicaragua o desde el exilio, los periodistas, asistidos por corresponsales anónimos, obtienen información a través de transmisiones en YouTube, Facebook Live, podcasts, blogspots.

Carlos Fernando Chamorro transmite sus programas de televisión Esta Semana y Esta Noche desde fuera de Nicaragua. 100% Noticias sigue informando. El diario La Prensa mantiene su edición digital, mantenida por sus periodistas dentro y fuera del país. Y decenas de otros sitios están abiertos, y sus periodistas investigan y denuncian actos de represión, abuso, dan voz a las familias de los presos políticos, corrupción. Revelan lo que la dictadura quiere mantener oculto, y contradicen la retórica oficial y la información oficial que el régimen busca difundir a través de sus múltiples canales de radio y televisión.

Como siempre, el periodismo de catacumba tiene una voz que la dictadura no puede sacar de la boca de quienes, en medio de los juicios del exilio, o el riesgo de esconderse, defienden la libertad de expresión y el derecho a informar.

La dictadura quiere un país inmovilizado por el miedo y el silencio preparando una farsa electoral que no tiene la más mínima legitimidad; Pero la libertad de expresión que transmiten las redes, capaz de llegar a todos con un celular en la mano, contradice esta concepción. Nunca antes la palabra ha tenido tanto peso como hoy, y en el panorama sombrío que vive Nicaragua, sus instituciones pervertidas, el estado de derecho arruinado, la persecución policial desatada, es la palabra la que nos salva. La palabra libre que resuena desde las catacumbas. La palabra en resistencia.

Sé que Nicaragua no es el único caso donde la represión comienza con la orden de la policía de imponer silencio. De esto es de lo que hablamos cuando hablamos de estados policiales. Otros países sufren de la misma manera, solo mencionar a Venezuela o Cuba. Pero la rebelión siempre comienza con palabras, y las palabras son compañerismo fiel en la lucha por la democracia.

Estoy hablando frente a ti no como un político, que dejó de serlo durante mucho tiempo, sino como un escritor apegado a las palabras, que siempre son afiladas. Ésta es la palabra tajante que temen las dictaduras, ya sean de izquierda o de derecha. En ambos casos, los métodos de represión son los mismos y el discurso represivo es el mismo; lo que cambia es el disfraz ideológico, la retórica. Pero incluso la retórica llega a parecerse a ella, comenzando por la retórica obsoleta.

Soy un escritor en el exilio, con sus libros prohibidos en Nicaragua y perseguido bajo los mismos crímenes inventados arbitrariamente que tienen en la cárcel a tantos luchadores por la democracia, mujeres y hombres. Y mi contribución a la lucha por la democracia en Nicaragua y América Latina seguirá siendo la palabra.

Cuando un régimen que intenta mantenerse en el poder indefinidamente, a toda costa, censura no solo a los periodistas, y persigue no solo a los que informan, sino también a un novelista; Y ordena que sus libros sean detenidos en la aduana, así como ordenó el paro del papel que se utiliza para imprimir el diario La Prensa, es que al fin y al cabo este régimen tiene miedo.

Hoy en América Latina la lucha es entre dictadura y democracia. Los regímenes que pretenden quedarse en el poder para siempre, y por tanto buscan anular la voluntad popular falsificando las elecciones, silenciando a la prensa, y que subyugan todos los poderes del Estado bajo un puño, cancelando su independencia, son una anomalía en la historia. . el siglo veintiuno.

Lidiar con sus trampas, aceptar legitimarlos, tomar por normal la anormalidad que representan, olvidarlos, aceptar los resultados de sus falsas elecciones, creer en sus falsas oberturas y sus falsas negociaciones, a través de las cuales sólo buscan el magro, se convirtieron en sus cómplices.

Para afrontar la anormalidad, para contradecir esta realidad paralela que pretenden imponernos, es que existe la libertad de expresión y existen los medios libres. La palabra que no cede, que no cede, que no cede. Pour cela il nous a été donné, aussi bien à ceux qui enquêtent sur l’occultisme à travers leur travail de journaliste, et le publient, quels qu’en soient les risques, qu’à ceux qui cherchent à créer des mondes différents par la création littéraire, sans oublier que les romans dans lesquels ils s’installent réalité, et ne sont que le reflet de cette réalité, colorée par l’anormalité créée par le pouvoir vicieux, qui s’oppose toujours à la liberté et à la dignité des seres humanos.

Las palabras son en ambos casos las mismas, las que usa el periodista y las que usa el novelista. Pero, al final, serán formidables para las tiranías siempre que sean palabras duras.

* Discurso de apertura a la Asamblea General de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP)

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