El mayor desastre lo provoca la ignorancia - Prensa Libre

Tiene razón, el tacuche le queda grande – Prensa Libre

En un audio que circuló en las redes, el presidente Giammattei habría dicho que había perdido peso y que sus manchas eran demasiado grandes para él. (Puede que no sea él, pero alguien que imita su voz a la perfección). Pero el caso es que menciona que tiene que mandarlos para que se ajusten, porque la imagen que debe proyectar es muy importante.

Sea o no falso este material, una cosa es cierta y obvia: «Giammattei fue muy importante como presidente de la República de Guatemala». Ojalá fuera tan fácil arreglar su mandato como presidente, y si perdía la compostura, tendría la gracia de dimitir. Qué irónico es esperar casi 20 años para ascender a la presidencia y estar ahí para desempeñar el peor papel que alguna de las coloridas figuras que vinieron antes que él hayan jugado.

El presidente continúa afirmando que su administración manejó bien la emergencia del coronavirus. Al escucharlo, la gente no sabe si reír o llorar. Pudo haber convertido la crisis en una oportunidad para demostrar su capacidad, su voluntad política y su excelencia en su gestión. Sin embargo, su orgullo no le permite reconocer su incapacidad y su falta de liderazgo. No escucha, se pone a la defensiva ante la prensa o cualquiera que se atreva a cuestionarlo o contradecirlo.

La gestión de su gobierno de la pandemia Covid-19 ha sido, con razón, objeto de fuertes críticas. Mostró muy poca transparencia en el manejo del dinero; además, su equipo de trabajo era ineficiente. Los hospitales se saturaron rápidamente y la falta de mobiliario, equipo y medicamentos fue un gran fracaso que nos llevó a un estado de calamidad absoluta. La pandemia ha expuesto descaradamente las profundas fallas del sistema de salud pública. Pero lo más cuestionable e imperdonable es que las autoridades han sido acusadas de ocultar la información real (hechos y cifras) sobre la pandemia.

No se pueden ignorar las recurrentes acusaciones de corrupción vinculadas a la compra de medicamentos, vales y otros artículos relacionados con emergencias. Las críticas del Ejecutivo son innumerables y variadas. El fracaso del plan de vacunación es notorio, desde la opaca negociación en la adquisición de vacunas hasta la forma en que se coordinó la logística. Incluso un niño de escuela primaria habría tenido más ideas y preparación sobre cómo estructurar ese plan que los que sí lo hicieron. En otros países ya tienen instalado su pasaporte sanitario internacional en el teléfono, mientras que aquí todavía hay personas que no pudieron acceder a la primera dosis.

La tasa de aprobación de Giammattei por parte de la población cuando asumió el cargo fue del 80%. Sin embargo, para enero de 2021, su aceptación apenas había alcanzado el 25%. Imagínese qué tan alto será ese porcentaje hoy. Según una valoración de la Defensoría del Pueblo (PDH), la gestión de Giammattei ha estado marcada por errores y opacidad. Miles de personas en toda la república han expresado su descontento y exigido su renuncia.

El malestar social ha exacerbado las divisiones en el Congreso, que se ha negado radicalmente a volver a aceptar el impopular estado de Calamity, cuyo objetivo es seguir saqueando las arcas del Estado. Con miles de millones de quetzales aprobados, seguimos sin medicamentos, sin suficientes vacunas, sin médicos impagos, sin hospitales y con una organización totalmente deficiente, convirtiéndonos en uno de los países con peor manejo de la crisis del Covid-19. Hoy más que nunca necesitamos un presidente que se ciña a la dignidad y se ponga en la piel de los demás, un verdadero líder y no un demagogo, porque esta crisis se viene dando desde hace mucho tiempo.


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