"Todos los indicadores muestran un deterioro de la situación alimentaria en Guatemala" - Prensa Libre

«Todos los indicadores muestran un deterioro de la situación alimentaria en Guatemala» – Prensa Libre

Ricardo Rapallo, representante de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), habla sobre los plazos que tiene Guatemala para garantizar la seguridad alimentaria de su pueblo y cómo la pandemia y los últimos efectos del cambio Las condiciones climáticas han contribuido a agravar la crisis y el deterioro de los indicadores que miden el problema.

Según él, la COP26 es una oportunidad para que los países que más sufren los impactos de la degradación ambiental se organicen políticamente para pedir a las naciones más contaminantes que financien proyectos de desarrollo sostenible.

– ¿Cuál es el panorama actual en materia de seguridad alimentaria y nutricional?

“Para nadie es un secreto que existen cifras vinculadas a la inseguridad alimentaria que son estructurales y que, durante décadas, han señalado a Guatemala como un país que enfrenta grandes desafíos en esta materia. Esto se expresa más claramente en las altas tasas de desnutrición infantil crónica, que están por encima del promedio, no solo en América Latina sino en todo el mundo.

Hay otras manifestaciones, otros indicadores que explican la seguridad alimentaria. Estoy hablando, por ejemplo, de desnutrición moderada y severa – baja ingesta de nutrientes por parte de la población. Vemos que en algunas zonas la inseguridad alimentaria y la desnutrición crónica tienen promedios muy elevados. El problema es que Guatemala no ha podido reducir estas cifras al ritmo de otros países.

– ¿Cuáles son las implicaciones de factores como la pandemia y el cambio climático?

– Existen indicadores vinculados a la pandemia y las condiciones de los últimos impactos climáticos, que están vinculados al proceso de recuperación económica. Vemos cifras que se presentan de manera alarmante, como la desnutrición aguda crónica. Esto nos ayuda a confirmar que la situación se está deteriorando.

—¿Cuántas personas corren el riesgo dietético de estos problemas a corto plazo?

– Tenemos cifras de aumento de la desnutrición aguda. Este es el dato más alarmante porque habla de un deterioro muy rápido del peso de los niños. Estamos hablando de familias que no pueden garantizar la alimentación de sus hijos. Hasta septiembre, hemos registrado unos 30.000 casos. En 2020, para todo el año, fueron 30.000 e históricamente en los últimos cinco o seis años hemos hablado de 14 a 15.000 niños que padecen desnutrición aguda. Entonces, si estamos en septiembre con 30.000 casos, eso representa una profundización del problema. El otro indicador que medimos es la desnutrición, que depende de la disponibilidad de alimentos y se traduce en calorías. Según nuestro último informe, vemos un aumento de 100.000 personas desnutridas. Por tanto, podemos ver que todos los indicadores muestran un deterioro de la situación alimentaria del país.

—¿Cuáles son las principales implicaciones para la seguridad alimentaria atribuidas al cambio climático?

—Lamentablemente, vemos que los eventos son cada vez más frecuentes, no solo en términos de inundaciones, como ocurrió el año pasado, sino también de sequías. Durante la segunda quincena de septiembre y los primeros días de octubre notamos falta de lluvia. Esto afectó al 80% de la producción de frijol, mostrando una clara señal de deterioro.

– ¿Qué afecta más, el exceso o la falta de lluvia?

«Depende de cómo y cuándo llueva». El año pasado hablamos de pérdidas de 115 mil millones de dólares por los impactos de las tormentas Eta e Iota. Hubo 204.000 familias afectadas. Entonces no sé qué afecta más o menos, pero lo que más impacta es la creciente variabilidad en el número de eventos, lo que genera mucha incertidumbre.

Ricardo Rapallo, representante de la FAO en Guatemala. Foto de prensa gratuita: FAO

– ¿Qué esperamos de la COP26 en materia de seguridad alimentaria?

—Como cualquier pico de estas características, los efectos y beneficios no se ven a corto plazo sino a mediano plazo. Algunas cumbres tienen más éxito que otras. En París, por ejemplo, se realizaron importantes acuerdos y compromisos.

Centroamérica, y en particular Guatemala, siendo presidente provisional de Sica, ha tomado una posición que, sin ser nueva, es interesante por su fuerza política. Una vez más, se llama la atención sobre el hecho de que somos una región que emite pocos gases de efecto invernadero, en términos comparativos, pero que recibe los impactos de forma muy directa y marcada.

– ¿Cuáles son los proyectos promovidos por la FAO?

—Como FAO, tenemos algunos proyectos financiados por el Fondo Verde para el Clima. Estamos tratando de evitar, por ejemplo, que la frontera del Corredor Seco continúe expandiéndose. Estos fondos provienen de la Cumbre de París. Por supuesto, los compromisos y acuerdos que se discuten en las cumbres pueden tardar tres o cuatro años antes de que se canalicen hacia los fondos. Guatemala tiene alrededor de seis proyectos asignados. Entre estos, la FAO está implementando uno en el sur de Petén, en las Verapaces y en la parte norte de la región Chortí.

– ¿Qué implicaciones tiene el cambio climático en la agricultura?

– La agricultura es parte del problema y parte de la solución, ya que alrededor del 23% de los gases de efecto invernadero son producidos por actividades derivadas de la agricultura y la ganadería, asociadas a la pérdida de suelo y biodiversidad. Necesitamos mejores prácticas en la forma en que producimos alimentos. Si la agricultura comienza a adoptar las políticas necesarias, podemos hacer que la producción sea más sostenible.

– ¿Qué se debe hacer para mejorar estas prácticas?

—Mejorar los modelos de producción. Debemos apoyar a los productores, grandes grupos, familias y cooperativas con mejores tecnologías, con menos fertilizantes, mejor uso del agua y mejores prácticas para promover la conservación de suelos.

—¿Cómo podemos mejorar nuestros mecanismos de mitigación de la vulnerabilidad climática?

– Con una mejor elaboración de las políticas públicas, poner en marcha de inmediato un protocolo que permita actuar no solo en caso de emergencia sino también en las fases de recuperación. Hablo de recuperar agua potable, semillas, gallinas, tierra, pero no podemos hacerlo sin sistematizarlo e incluirlo en los distintos protocolos. También es fundamental garantizar la protección social, es decir tener un piso mínimo para que los efectos sean menores. Desde las políticas públicas, hay diferentes momentos para implementar acciones. Recientemente se ha favorecido un debate del poder del consumidor pues este tiene una mayor preocupación de la huella ambiental y social de los alimentos, se preocupa porque la producción sea sostenible ambiental y socialmente y en ver aspectos como por ejemplo que haya menos perdidas y desperdicios en la producción.

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