El mayor desastre lo provoca la ignorancia - Prensa Libre

Transfuguismo no es sinónimo de cambio – Prensa Libre

A nadie debe sorprender la lucha emergente para acabar con la prohibición del travestismo, vigente desde hace cinco años en la Ley de Partidos Electorales y Políticos (LEPP). Desde un punto de vista idiomático, un renegado es alguien que «pasa de una ideología a otra». Esto no es necesariamente reprobable, pero en Guatemala, donde los «partidos» no tienen una ideología clara, este término se ha convertido en sinónimo de «chapulinismo», porque los políticos se abalanzan sobre ellos. Esta realidad explica la prohibición, pero tiene el efecto negativo de dejar a los integrantes de estos grupos en manos de los dueños del partido dictatorial. Por esta razón, una posible solución sería limitar a dos las posibilidades de que alguien cambie de bando político.

Esta pregunta parece una reelección. Esto no está mal, pero debería limitarse a un período adicional, ya sea al final del mandato o cuando hayan pasado otros períodos. En Guatemala, las actuales circunstancias históricas obligan a prohibirlo, lo que también ocurre con el transfuguismo, en parte por la gran facilidad de crear partidos, aunque las condiciones sean largas, tediosas y se presten a convencer a los ingenuos de sus supuestas cualidades. para «salvar el país». La constante repetición de personalidades ya conocidas por sus oscuras acciones, pero con un nuevo partido, es una de las causas del desprestigio de la vida política nacional y la renuencia a participar en personas de prestigio.

Las discusiones en el parlamento para lograr este retroceso anticipan la complejidad de otras discusiones relacionadas con los cambios urgentes de esta entidad, actualmente sujetas a la consideración de sectores interesados ​​en retomar el concepto y la práctica y no solo elecciones representativas de la voluntad popular, sino logradas a través de marcos legales respetuosos, garantes de la práctica basada en la lógica y el espíritu legal, de quienes deseen participar en una próxima votación electoral. En la actualidad, es imposible negar la preocupación de que el árbitro electoral vuelva a la credibilidad de la que gozó y que hoy ha desaparecido, en particular por los propios partidos. El tiempo se opone y la discusión general debe estar abierta de ahora en adelante.

Los hechos de Nicaragua, donde descaradamente se instauró la dictadura Ortega-Murillista, tienen entre sus múltiples efectos colaterales el inicio de sugerencias de cambios a la LEPP en Chapina. Deben ser aprobados internamente por las entidades aglutinantes del sector económico, universitario, sindical e incluso religioso, cuya función debe limitarse a presentar criterios de rectitud y ética, y no recomendaciones de afiliación a ninguna corriente ideológica o económica. La verdadera sociedad civil, y no solo la que dice ser, tiene la obligación de hacer oír su voz y ejercer un rol consultivo para lograr la garantía de los derechos ciudadanos en todas sus manifestaciones, así como la igualdad real ante la ley.

Para quienes no quieran estar interesados ​​en hacer su parte, conviene recordar cómo los primeros juzgados en esta materia fueron fundamentales para despertar la confianza pública en los resultados, pero eso ha cambiado o aparentemente -al menos- gente pequeña ansiosa por mantener el prestigio del TSE. Poner fin a la desconfianza popular hacia esta entidad es un elemento crucial y esto es imposible en ausencia de manifestaciones directas e imposibles de cuestionar de independencia e interés popular. En un proceso que comenzará en serio en un año, la multiplicidad de pretendientes y carteles de partido aumentará la dificultad.


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