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Venezuela: la negociación incómoda

En estos días asistimos a una paradoja reveladora: la negociación entre el gobierno de Nicolás Maduro y una amplia representación de la oposición venezolana en México, hecho central de la política latinoamericana contemporánea, es objeto de una cobertura limitada u opaca, especialmente en la medios de comunicación. . La falta de información refleja que las negociaciones están generando malestar en los poderes de este bloque geopolítico.

Lo primero que hay que hacer en una cobertura equilibrada, como han hecho pocos medios regionales de izquierda, es nombrar todos los nombres de los involucrados. Del lado del gobierno de Nicolás Maduro intervienen el actual presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez, el gobernador del Estado de Miranda, Héctor Rodríguez Castro, y el hijo del presidente, Nicolasito Maduro Guerra.

En el lado de la oposición, una nutrida representación de la alianza que preside Juan Guaidó, encabezada por Gerardo Blyde, reúne a delegados de Acción Democrática, como Luis Aquiles Moreno, Primero Justicia, como Tomás Guanipa, de Voluntad Popular, como Carlos Vecchio, de Nuevo. Tiempo, como Luis Emilio Rondón, de Copei, como Roberto Enríquez, de La Causa R, como Mariela Magallanes, así como Stalin González, enviado del doble candidato presidencial Henrique Capriles Radonski.

La forma en que se planificó la negociación no podría ser más prometedora y alcanzable, si hay voluntad política de ambas partes. Lo que se está negociando son esencialmente garantías de procesos electorales imparciales y creíbles internacionalmente, a partir de las próximas elecciones regionales de noviembre de 2021, a cambio de una revocación de las sanciones internacionales contra los funcionarios y el propio gobierno del propio Nicolás Maduro.

Como cualquier negociación entre polos políticos opuestos, para tener éxito, el acuerdo debe resistir la presión de las bases extremistas de ambos lados. El sector más intransigente de la oposición y el exilio venezolano, que sostiene que no hay nada que decir con Maduro y apuesta por el rápido colapso de su régimen, con el apoyo de Estados Unidos, hace parte de estos actores. El otro proviene de la corriente más autoritaria del gobierno madurista y sus aliados del bloque bolivariano que, en los últimos años, han demostrado que aspiran a una Venezuela monolítica, sin oposición interna, como lo demuestra el hecho de que tantos de los líderes sean descalificados, procesados ​​o exiliados.

El apoyo internacional al proceso de negociación está bien distribuido geopolíticamente: el mediador es Noruega; Rusia y Holanda participan como oyentes en la mesa; Estados Unidos, Alemania, Canadá, Bolivia y Turquía son «amigos» de ambos lados, y México es su asiento. Tal negociación es posible en Venezuela, pero su éxito depende del compromiso genuino de ambas partes por una solución democrática y soberana a un conflicto tan largo y costoso.


* Artículo publicado originalmente en La razón.