El mayor desastre lo provoca la ignorancia - Prensa Libre

Violencia contra las mujeres durante la pandemia – Prensa Libre

Está documentado que el riesgo de morir por COVID-19 es mayor para los hombres que para las mujeres. En el caso de Guatemala, el 65% de los asesinados por el covid-19 hasta la fecha son hombres.
Existen al menos tres tipos de factores que ayudan a explicar esta desventaja: las diferencias inmunológicas que, entre otras cosas, hacen que el sistema inmunológico masculino responda más tarde o con menos eficacia al virus que el de las mujeres. En segundo lugar, más hombres que mujeres tienen comorbilidades previas que aumentan el riesgo de morir por la forma grave de la enfermedad; En tercer lugar, existen factores culturales y de identidad de género que hacen que los hombres no busquen —o lo hagan más tarde— que las mujeres los servicios de salud. En otras palabras, no se considera «un truco de hombre» prestar atención a los signos y síntomas de la enfermedad desde el principio, y mucho menos ver a un médico en los servicios de salud que también se cree que son antes todo para el cuidado maternoinfantil.

Así, los datos disponibles para el país muestran que el 52% de las pruebas para covid-19 se realizaron en mujeres; y del total de primeras dosis de vacuna administradas, el 54% también se administró a mujeres. En términos de cobertura, el 48% de las mujeres ya tiene una primera dosis de la vacuna, mientras que solo el 43% de los hombres la tiene. Respecto a las dietas completas, el 32% de las mujeres ya las tiene, pero solo el 28% de los hombres. Si bien las diferencias no son enormes, indican que la acción ministerial simplemente está siguiendo la ola de los patrones tradicionales de demanda de servicios de salud. Debido al papel tradicional que desempeñan las mujeres como cuidadoras y cuidadoras en el hogar, comprenden mejor el sistema de salud, lo que les ha beneficiado en este caso.

Lo contrario ocurre cuando se examinan los costos sociales de la pandemia. Además de las cargas y responsabilidades que ya se habían multiplicado, para muchas mujeres y niñas, el confinamiento significaba pasar aún más tiempo con sus abusadores y tener aún menos oportunidades de denunciar y protegerse. Los hogares guatemaltecos, más que refugios seguros y de bienestar para sus miembros, son escenario de crímenes contra la salud e integridad física y mental. La pérdida de empleos, ingresos y medios de vida, el aumento del alcoholismo, el hacinamiento y quizás el aburrimiento y la frustración han exacerbado las condiciones de violencia preexistentes.

Si bien durante el primer mes, con las medidas de contención, el número de denuncias por violencia contra las mujeres disminuyó en un 75%, fue más porque no había sistema de transporte y porque estaba prohibido salir de la residencia. Sin embargo, con la autorización del teléfono 1572, el Ministerio Público (MP) en nota de Prensa Libre señaló que: “Solo en los primeros 25 días de mayo de 2020 se recibieron: 3 mil 504 denuncias, seis denuncias en promedio cada hora… 1.639 por violencia psicológica, 1.200 por violencia física, 641 por violencia, 17 por violencia sexual y 7 por violencia económica. […] Hemos visto que en marzo, de las 54 denuncias que hubo en promedio, subieron a 90 ya 100 en abril; en mayo, la media es de 157 denuncias por día, aunque hay más de 200 días de denuncias ”. Asimismo, Aldeas Infantiles SOS logró documentar que en 2019 se reportaron un total de 5.005 embarazos de niñas de 10 a 14 años a nivel nacional, mientras que en 2020 esta cifra aumentó un 23,5%, alcanzando los 6.179 embarazos en este grupo de edad.

¿Qué respuesta ha dado el estado? Casi ninguno. Las mujeres y las niñas tendrán que vivir con las consecuencias de estos eventos por el resto de sus vidas.


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