Castro porque quiere y porque puede

Castro porque quiere y porque puede

Tiene mucho sentido invitar a todos los jefes de estado que son miembros de una organización, sin importar cuán dictadores sean o el tamaño de la organización, a México a una reunión de la organización. Incluso es comprensible que los jefes de Estado sean invitados a celebraciones particulares como el día nacional – la independencia o su consumación – aunque esto no suele suceder en México (ni en Estados Unidos; en Francia, por ejemplo). Pero invitar al represor actual a ser el único orador en un evento en el que no es costumbre que un invitado extranjero hable no es solo chupar, sino llevarse la vaca.

Y pronunciar un discurso incendiario a favor de la dictadura cubana -las palabras de López Obrador hoy en el Zócalo no se pueden entender de otra manera- representa una salida de Castro del armario, como dice Joel Ortega Juárez, que no hemos visto desde la época de López. Portillo o Carlos Salinas. Cabe recordar que, a pesar de toda la retórica y mitología, hasta hace un año y desde 1961 con la llegada a la capital de Oswaldo Dorticós, ningún jefe de Estado cubano había realizado una visita bilateral a México. Ni Fidel Castro ni su hermano Raúl han sido invitados a una reunión bilateral con el presidente de México en la capital mexicana.

La pregunta es por qué López Obrador hace tales payasadas. La respuesta, en mi opinión, es doble. Primero porque quiere hazlo. Es un gran admirador de la Revolución Cubana y de Fidel Castro. Lo ocultó en parte durante sus tres campañas presidenciales y durante los primeros tres años de su gobierno. Ahora ya no. Se siente a gusto, a gusto, con Díaz-Canel, y sin duda cree que la brutal represión que desató el cubano contra la población de su país en la tarde del 11 de julio es una invención de los medios internacionales, de los enemigos de Cuba. , del mundo FIFA y de la derecha mexicana (en su juventud habría dicho imperialismo). A partir de ahí es. Créame las mentiras que dice: Cuba se resiste. No hay duda: ¿quién es Cuba? ¿A qué precio resiste? ¿Y contra quién se resiste?

En segundo lugar, López Obrador puso la alfombra roja al dictador de la isla porque puede hacerlo. Sabe que el gobierno de Estados Unidos no lo va a criticar, regañar, boicotear ni atacar por ser amigo del régimen de Castro. Biden lo necesita demasiado para hacer su trabajo sucio con los haitianos, hondureños y los propios cubanos en las fronteras sur y norte. Sin la complicidad de López Obrador, los ya graves problemas del presidente estadounidense se volverían inmanejables, y el mexicano lo sabe. Decidió usar las canicas proporcionadas por este equilibrio de poder favorable, y quizás de corta duración, para celebrar su castrofilia. No está tratando de que México se beneficie del comercio, la inmigración, el narcotráfico o una ambiciosa agenda norteamericana. Aprovecha su momento de fuerza y ​​gloria para enviar tortillas y jeringas a los cubanos.

La otra pregunta es por qué la democracia nacional y la oposición no reaccionan. La visita de Díaz-Canel ha suscitado hasta ahora menos críticas que la del líder de Vox: un error indiscutible del PAN, pero al final la extrema derecha española no gobierna ni reprime hoy, y se disputa el poder en las urnas. Urnas que no existían en Cuba desde antes del segundo mandato de Batista. La comentocracia se puede esconder detrás del formalismo: es el jefe de Estado de un país con el que tenemos relaciones diplomáticas normales, salvo que ser ponente en el Zócalo no es normal. ¿Qué habrían comentado los comentaristas anti-Vox si Somoza (rompimos con él hasta 1979), Videla, Bordaberry, Geisel, Papa Doc o Ríos Montt hubieran sido invitados en los 60, 70 u 80? No menciono a Pinochet porque también rompimos nuestra relación con él en 1973.

La oposición, por su parte, está paralizada. El PRI es procubano, por historia, por autoritarismo y por convicción. Peña Nieto lo ha demostrado ampliamente al rendir homenaje a un Fidel moribundo e invitar a Raúl a Mérida. Se comprende a sí mismo. Calderón ha hecho más o menos lo mismo que presidente, aunque ahora está cambiando de tono. Solo Fox se puso las botas.

Entonces el PAN queda paralizado. Podría crear el mismo escándalo con Díaz-Canel que armaron con Vox, pero le da algo de valor. Se siente incómodo con Cuba. La mejor solución es la precaución. Afortunadamente, a nadie en México le importa mucho todo esto. La sociedad mexicana condena la dictadura cubana, como veremos en futuras encuestas, si los encuestadores se atreven a levantarlas. Pero no le preocupa demasiado el tema. Ella es sabia, o más bien está cargada de otros males.


* Artículo publicado originalmente en Enlace.

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