Nicaragua, Nicaragüita
En 1979, tras el derrocamiento de la dictadura de Somoza, Cantaron Carlos Mejía Godoy y los de Palacagüina Nicaragua, Nicaragüita, un himno a la liberación de su país con resonancias globales. De él se destacaron las siguientes líneas: «Ahí está Nicaragua, eres más dulce / que la miel de Tamagás. / Pero ahora que eres libre / Nicaragüita, / te quiero mucho más».
Entonces, los sandinistas triunfantes encarnaron la esperanza de un futuro prometedor, marcado por la democratización de su país. En 2018, el propio Mejía Godoy compuso Juventud de abril, un homenaje a los estudiantes que protestaron contra el gobierno autoritario de Nicaragua. De sus palabras, justificando la protesta, surge la crítica a la bofetada reinante: «Pero los cobardes salen de las sombras / Insidiosos, calumnias, chantajes / El feroz golpe de los Caín / El perverso resplandor de los puñales».
¿Qué ha sucedido en Nicaragua durante los últimos 30 años para que se produzca este cambio drástico? Por qué este cantautor otrora comprometido, ferviente defensor del sandinismo y prácticamente la voz del FSLN en el exterior, denunció en 2008 Daniel ortega por haber construido una “dictadura familiar”? ¿Por qué prohibió que sus canciones resonaran en los sucesos del Frente? Y finalmente, ¿por qué tuvo que exiliarse en Costa Rica en julio de 2018?Sergio RamírezOtro nicaragüense ilustre, en su época vicepresidente junto a Daniel Ortega (1985-1990), había roto previamente con el sandinismo. En 1999 escribió Chicos adiós. Un recuerdo de la revolución sandinista, donde marca su distancia con un proceso histórico que distorsiona totalmente los ideales revolucionarios.
Hoy, Ramírez también ha tomado el camino del exilio por el inminente riesgo que correría su vida si permaneciera en su país. Desde España, donde reside actualmente, pronunció un discurso en la 77ª Asamblea de la Asociación Interamericana de Prensa (SIP), afirmando categóricamente: “En Nicaragua la historia tiene un mecanismo vicioso que hace que se repita. Es una anomalía fatal que aún no se ha corregido. Una dictadura provoca una revolución para derrocar a un dictador, y esta revolución crea un nuevo dictador que a su vez inicia un nuevo ciclo de opresión. Somoza engendra a Ortega y el dictador, ofendido por la libertad de expresión, cierra y ocupa los medios de comunicación, encarcela a periodistas o los obliga al exilio. Es historia mordiéndose la cola «.
El 7 de noviembre hay elecciones presidenciales y parlamentarias en Nicaragua. Las leyes represivas aprobadas en los últimos dos años han permitido al régimen neosomociste por Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo convirtiendo las elecciones en una farsa, con los principales candidatos de la oposición encarcelados o exiliados, así como muchos líderes políticos, estudiantiles e incluso empresariales. La traición, los delitos de odio, la conspiración para derrocar al gobierno o la recepción de ayuda exterior son los argumentos legales que les permiten deshacerse de quienes se atreven a eclipsarlos.
Para darle cierta legitimidad al proceso electoral, el gobierno ha decidido que participarán seis partidos de la oposición, los llamados mosquitos. Estos son grupos políticos organizados para asistir a las elecciones y aunque parecen ser la oposición, en realidad terminan apoyando al partido gobernante con sus acciones. Como señaló el exlíder sandinista Dora María Tellez, ahora preso político en un calabozo del régimen: los mosquitos «nunca alcanzan los porcentajes que marca la ley, pero no desaparecen porque el régimen así lo decida». A cambio, reciben dinero, cargos, familiares de los presidentes de su partido reciben cargos de funcionarios públicos, pero sin gran relevancia ”.
A pesar de todo, todavía hay presidentes en América Latina, como López Obrador y Alberto Fernández, que insisten en ver el régimen cleptocrático de Ortega-Murillo como de izquierda o progresista. Sin embargo, esta condición se había perdido hace años. Los ex sandinistas y hoy los neosomocistas hace tiempo que renunciaron a sus banderas para mantenerse en el poder. Así, negociaron con la derecha más corrupta (como la que encarna el presidente Arnoldo alemán), con los empresarios (para evitar que se involucren en política y critiquen al régimen o apoyen a quien lo haga) e incluso con la Iglesia católica y con quien fuera su bête noire, el cardenal Miguel obando (que prohíbe el aborto).
Forzando la Constitución, Ortega ha reinado ininterrumpidamente desde 2007, por no hablar de su primer mandato. Si nada lo remedia, y salvo un desastre nada puede evitarlo, el 7 de noviembre será reelegido por cinco años más, con su esposa y compañera de fórmula. Aunque Ortega está cada vez más aislado, parte del principio chavista de que «el poder, que es eterno, no se comparte ni se distribuye». Como ha señalado Sergio Ramírez, Nicaragua sigue viviendo bajo esta incorregible anomalía histórica. La gran pregunta es, ¿hasta cuándo?
* Texto publicado originalmente en el Periódico de España