Caricatura del día - La voz de los sin voz

Se busca consenso internacional sobre Nicaragua

La reelección de Daniel Ortega el 7 de noviembre, en unas elecciones sin competencia real, volvió a poner a Nicaragua en el centro del debate internacional. Si bien existe un consenso creciente sobre la preocupación por la consolidación de un gobierno autoritario a través de un proceso tan defectuoso para América Latina, aún existe desacuerdo sobre qué acciones debe tomar la comunidad internacional y cuál debe ser su objetivo final. Esta falta de claridad y consenso disminuye las posibilidades de ser efectivo en producir algún cambio positivo en el país.

Claramente, existe consenso sobre la necesidad de una respuesta coordinada. Más de 45 países dijeron que las elecciones no cumplieron con los estándares internacionales. El Congreso y el gobierno de los Estados Unidos, así como la Unión Europea, han reconocido la importancia de la coordinación multilateral, que es evidente en el apoyo bipartidista a ILEY DE REBORN. Dentro de la Organización de Estados Americanos (OEA), Nicaragua perdió el voto de sus aliados y ella esta sola en el momento de la votación en contra de la última resolución que se refería a la situación en el país. Ortega ahora tiene un grupo muy pequeño de gobiernos amigos, en su mayoría con tendencias autoritarias similares; incluso si tiene a Rusia, un actor clave en la escena internacional, a su lado.

Pero, si Ortega sintió la presión, también percibió que la acción internacional aún no está suficientemente concertada. Lunes pasado, Estados Unidos, Canadá y Reino Unido Han ampliado sus sanciones, pero la Unión Europea no se ha sumado al esfuerzo. En la OEA, parecía haber un frente unido cuando 25 países votaron para evaluar aplicación de la Carta Democrática Interamericana, lo que podría llevar a la suspensión de Nicaragua de dicha institución multilateral. Sin embargo, la decisión de posponer la sanción indica que los 24 votos que serían necesarios para implementar la medida pueden no estar aún seguros. Ortega aprovechó esta vacilación para salir y anunciar que Nicaragua se retirará de la OEA. Esta mudanza te ahorra tiempo (ya que el proceso lleva dos años) y puedes presentarla a tus bases como por tu cuenta, en lugar de la consecuencia de un rechazo internacional. Además, se puede intentar cambiar los votos de aquellos países que, por directivas de política exterior o por temor a un «efecto boomerang» en el futuro, han mostrado cierta vacilación. Ortega puede estar tratando de que los países calculen que si bien Nicaragua ya está dejando a la OEA en paz, no hay necesidad de suspenderla.

El mensaje para enviar a Ortega ganaría fuerza si fuera inequívoco y apoyado por un gran número de países de América Latina y otras regiones, Pero la comunidad internacional no parece tener claro el objetivo que persigue en Nicaragua. Todas las declaraciones pedían el fin de la represión y la liberación de los presos políticos. Pero más allá de eso, hasta ahora, la Secretaría General de la OEA propuso repetir las elecciones, Noruega tiene sugirió reanudar un diálogo entre el gobierno y la oposición, Estados Unidos ha un llamado general a «restaurar la democracia» yn el país. Mientras tanto, la Unión Europea no se actualizó ILas áreas en las que espera mejorar para evaluar la limitación o eliminación de las sanciones que ha impuesto.

Ortega ha demostrado que su única prioridad es mantenerse en el poder, y ha logrado mantener el apoyo de sectores clave en Nicaragua, como el Legislativo, el Poder Judicial y las Fuerzas Armadas. Además, sigue contando con la simpatía de una parte no descartable de la sociedad nicaragüense: todas las encuestas de los últimos 3 años han reportado apoyo a su labor como entre 20 y 30 por ciento. Una intervención internacional para derrocarlo podría provocar la ira entre sus partidarios y empeorar las tensiones sociales no resueltas de décadas y las nuevas que se formaron en 2018.

En el proceso de encontrar una salida a la crisis, es muy posible que los países aliados, así como los que rechazaron la forma en que Ortega fue reelegido, se coordinen para buscar una salida negociada al impasse actual. El modelo de diálogo que se ha puesto en marcha en México en el caso de Venezuela, con uno o más países garantes de cada lado y un facilitador neutral, podría ser un ejemplo a tomar. Sin embargo, es importante conocer el verdadero alcance de este tipo de negociación. En el caso venezolano, por ejemplo, los logros hasta ahora han sido limitados y el proceso fue interrumpido recientemente debido al retiro de la delegación del gobierno para protestar contra la extradición a Estados Unidos de Alex Saab. De aplicarse la Carta Democrática, debe ser un punto de partida, no un final, para comenzar a identificar pasos concretos que el gobierno debe tomar para reintegrarse al sistema interamericano y restablecer relaciones funcionales con sus principales socios internacionales.

Además, la solución no se puede recetar desde el exterior. Los nicaragüenses deben decidir cómo reconstruir un país cuyo tejido social ha sido destrozado por eventos recientes y pasados. Está claro que es muy difícil para la oposición reorganizarse y ponerse de acuerdo sobre posiciones comunes en este momento tan difícil. Si bien fue difícil encontrar una voz común en el pasado, lo es aún más hoy, cuando la mayoría de sus líderes están en prisión, escondidos o en el exilio. En este sentido, la liberación de los principales líderes de los movimientos de oposición ya no puede ser una moneda de cambio para Ortega, sino un requisito previo para la preparación de un posible proceso de negociación. Este diálogo debe apuntar no solo a cambios en el sistema político para promover el pluralismo democrático, sino también a buscar verdad sobre los mortales eventos de 2018, así como la guerra civil que azotó al país en la década de 1980.

Mientras exista desarticulación en las acciones y confusión en las metas, es probable que Ortega busque aprovechar estas circunstancias para ganar tiempo y continuar cavando, en lugar de hacer concesiones.

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