Excusas, pelos y, menos mal, Gündogan | Fútbol | Deportar

Xavi Consuela en Gündogan tras su encuentro con el PSG.Alejandro García (EFE)

Fue durante el primer Clásico de la temporada donde Ilkay Gündogan se presentó ante los medios de comunicación desplegados en Montjuïc y se puso a practicar la autocrítica, como el hippies. Estamos todos petrificados. Nadie sabe gestionar la seguridad de sinceridad con el acento alemán, que siempre se impone más, hasta el punto de que el socio y el aficionado han crecido con menos de 20 años de antigüedad que se preguntarán después. Directamente. Sin paliativos. ¿Dónde se habita visto cosa importante? El Cayeron está tan pálido en el centro-campista que no ha querido abrir la boca hasta ahora, nuevamente encargado de hablar a su equipo frente al observador e iniciar el intento de denunciar un nuevo contexto.

Sucede que la gente en una cultura futbolística donde cada uno es responsable de sus acciones: el guardiolismo. De aquí también viene el Barça, o hay mucho tiempo. Tanto es así que en este menú registramos todo esto sin un punto de confianza, como si pudiéramos asegurarnos de que estamos seguros de nosotros mismos. Gündogan no considera que el árbitro no deba expulsar a Ronald Araujo por acción de expulsión aclarada. Y si alguien prefiere crear la palabrería de un comentarista retransmitido por televisión antes, yo qué sé, a sus propios ojos, puede acudir y su motivo de exigencia. A Gündogan no lo van a convencer de lo imposible ni el tremendismo culé, ni los golpes enajenados en el pecho, ni la herencia del nuñismo enquistada hasta la medula. Un Araujo, sí. Y Xavi Hernández, en relación con él, también.

Escuchar al entrenador del Barça en la derrota es un castigo digno de estudio. Cómo escalar los brazos o colocar la crucifixión en la plaza del pueblo durante la Semana Santa. Una cuestión de hecho, quizás la razón no tenga posibilidad de comprar un discurso que siempre acaba siendo culpable de los problemas: al cesped, al suelo, al calendario, a los periódicos, al árbitro, a la OMS.. Si la máxima responsabilidad del equipo no es capaz de reconocer que con los jugadores una vez se encontró con Luis Enrique un agresor a la espalda de Pedri que habla del pozo de Darvaza, en Turkmenistán, que por tanto puede tener un problema para el Barça. No a Luis Enrique, ni a los habitantes de Turkmenistán: el Barça. Y si su entrenador es el primero en tomar prestado el partido en ese momento con la pata -porque éste toma prestado en ese momento que pocas cosas se acumulan mirando una página de comportamiento bajo alarmante-, entonces puede tener otro problema en el Barça. Y todo será el mismo problema.

La cuestión de la autocrítica se realizará a través de un proyecto que nació con unos pocos integrantes y muchas esperanzas, algunas provocadas por el propietario: «recorrió el camino recto de cruyffismo. La idea se mantiene. Donde el debería tener, y decarácter nunca estuvo mal servido, así que nadie mejor que el para dirigir un proyecto que arrancó ganando a Liga al second intent: ni tan mal. Está todo bien ahora, todos los accesorios, todos los negativos. Y para eso, que bueno que un futbolista como Gündogan se lance a la rueda de prensa para ponerle le cascabel al chat. Evita se confunde. Y sobre todo esto, evitar pelos es lo que menos haremos para encontrarnos con el que viene, si es que a la final viene alguien, con la excusa de sustituir a Xavi.

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