# No nos silenciarán – Prensa Libre
Pocas acciones suscitan tanto miedo en los círculos políticos y económicos como el ejercicio de un periodismo crítico, independiente y ético sin ningún compromiso con estos sectores. Así, las reacciones viscerales de algunos gobiernos impregnadas de corrupción se han escalado hasta convertir la actuación periodística en un grave riesgo de persecución, acoso y, en muchos casos, la muerte de quienes se han atrevido a traspasar la línea de lo tolerado por las mafias. en poder.
Existe una sutil diferencia entre la libertad de expresión y la libertad de prensa. Esto se debe a que el primero se refiere a un derecho individual reconocido en todo el mundo por tratados y convenciones; y el segundo, es decir, la libertad de prensa, incluye en su concepto el derecho soberano de los pueblos a ser informados veraz y plenamente de todos los actos, decisiones y compromisos de quienes detentan el timón de la vida institucional y jurídica de su nación. y sobre eventos de interés social y cultural.
En consecuencia, los ataques perpetrados por los sectores más poderosos de nuestros países contra estas libertades, ya consagradas en sus respectivos textos constitucionales, constituyen una violación y un crimen cometido contra la base misma del sistema democrático que han jurado respetar.
En las últimas décadas, también se ha observado cómo la mayoría de los medios de comunicación, en su calidad de empresas y totalmente ajenos a sus mentes periodísticas, se han retirado a los planes de los sectores más poderosos y actúan como una entidad política y política. consignas y mentiras contra los sectores más amplios de la sociedad. Como resultado, el periodismo independiente y digno se ha encerrado en plataformas cada vez más pequeñas, gracias a fuentes de financiación débiles y precarias. El resultado de esta estrategia para silenciar a la prensa ética es uno de los grandes logros de gobiernos e industrias aliadas en un pacto de corrupción y silencio.
Sin embargo, la reacción de quienes intentan salvaguardar la integridad del ejercicio periodístico, aun cuando se enfrente a grandes intereses empresariales y pactos políticos opacos, demuestra una vez más que no será fácil silenciar a la prensa, porque no solo la democracia frágil De ella depende, pero también la seguridad de los ciudadanos ante actos de intimidación por parte de las fuerzas armadas del Estado y actos delictivos de sus autoridades. Un estudio de la Unesco reveló la gran preocupación de este organismo por el riesgo implícito en el ejercicio de la profesión, refiriéndose específicamente a América Latina como la región donde hay más asesinatos de periodistas. Así lo afirma también el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, al declarar: “Cuando un periodista es agredido, toda la sociedad paga el precio.
Si no protegemos a los periodistas, nuestra capacidad para mantenernos informados y tomar decisiones informadas se ve seriamente obstaculizada. Cuando los periodistas no pueden hacer su trabajo de forma segura, perdemos una importante defensa contra la pandemia de desinformación y desinformación que se ha extendido por Internet. A esto hay que agregar que la impunidad en los asesinatos de periodistas es nueve de cada diez casos y que la persecución tiende a extenderse a su círculo familiar.
Estas declaraciones del Secretario General no impiden un ataque concertado entre sectores del poder contra quienes han decidido mantenerse firmes en su afán de investigar, difundir y esclarecer hechos de interés público, al igual que entidades poderosas. las sombras. Por ello, son los ciudadanos, en su condición de víctimas de este atentado a su libertad de acceso a la información, quienes deben permanecer vigilantes y exigir el fin del hostigamiento contra los profesionales que ponen en peligro su seguridad y su vida. debidamente informado.