Urge transparentar el gasto deportivo – Prensa Libre
El próximo año se cumplirá el décimo aniversario de la medalla de plata obtenida por Érick Barrondo, de Alta Verapaz. Durante todo este tiempo, las autoridades deportivas no han podido dotar a dicho departamento y mucho menos a todas las capitales departamentales de una pista sintética para que más talentos deportivos puedan llevar su vocación más alta, más lejos, mejor, como decía el lema olímpico. Tal descuido se refleja precisamente en las cifras que se presentan hoy en nuestro artículo de portada, según las cuales el 97% de los recursos millonarios del deporte se gastan en gasto burocrático y menos del 3% se destinan a la construcción de infraestructura deportiva, porque la ejecución de proyectos es lento e incompleto.
Pero las inconsistencias en el uso de los fondos públicos del deporte no terminan ahí. Son varios los seleccionados y medallistas que han señalado los excesivos gastos acreditados en dietas, alojamiento y compras que realizan miembros de directores de federaciones en viajes supuestamente de apoyo a los deportistas, quienes reciben exiguas sumas con el pretexto de que cubren los organizadores de eventos deportivos. sus necesidades o que los campamentos deportivos consuman la mayor parte de los recursos.
A estas alturas de la historia del deporte nacional y del deterioro institucional de los estamentos estatales, no hay mucho que pueda justificar, esconder o disfrazar las pautas del deporte que, cuando se señalan, actúan de manera ofensiva y escandalosa, pero se resisten a ser retenidas. para aclarar la responsabilidad. del uso de los fondos del tesoro nacional que les son confiados por precepto constitucional y que, paradójicamente, constituyen un codiciado botín.
La manipulación en las elecciones de las federaciones o los comités olímpicos es una pantomima recurrente, que cubre los trámites pero que al final se acumula con arreglos de clientes y concesiones para quienes apoyan tal lista. Tal es la voracidad de enamorarse de estos recursos que incluso los subordinados de los gobiernos de la época participan en ellos, no con el afán de mejorar las condiciones de entrenamiento, de ensanchar la guardería de los deportistas o de subir el nivel con monederos decisivos para los nacionales. medallistas, no. Solo ven un negocio detrás del noble discurso de la competitividad deportiva. Los resultados están a la vista, y no estamos hablando de hazañas deportivas, sino del lamentable estado de los complejos deportivos nacionales; la modernización y la tecnología brillan por su ausencia.
Q3 mil millones ha sido administrado por la Confederación Deportiva Autónoma de Guatemala y el Comité Olímpico de Guatemala durante los últimos cinco años. El auditor general ha hecho muchas objeciones e incluso se han presentado denuncias, pero los responsables de estas entidades se refugian maliciosamente en la autonomía del deporte. Es una cuestión de autonomía funcional, no una licencia para derrochar.
Hay logros a nivel internacional, sí, pero en las circunstancias actuales se deben más a la fuerte voluntad individual de jóvenes talentosos que se entregan por completo a la misión solitaria del éxito. Cuando cae la medalla, ese viejo adagio es cierto: el fracaso es huérfano, pero la victoria tiene muchos padres. Lo mismo ocurre con los escándalos de despilfarro, viajes con todo y en familia, viajes fastuosos que aportan poco o ningún beneficio a los deportistas que lo dejan todo en la pista a diario … si hay pista.